En agosto de 2019, en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, encontraron muerto a Jeffrey Epstein. Pero su aparente suicidio no pudo dejar atrás los años que el magnate abusó de su poder y que hoy reviven en la docuserie subtitulada Asquerosamente rico.
Una extensa historia que envuelve su fortuna como también sus contactos y una red internacional de tráfico sexual, que los cuatro capítulos de la producción, dirigida por Lisa Bryant, revelan principalmente a través de los recuerdos de sus víctimas.
Sin embargo, las emisiones también tienen un punto en común: todas comienzan con diferentes deposiciones -como se define una declaración jurada fuera de un tribunal-, donde a Epstein lo interrogaban los abogados de algunas de sus víctimas.
Pero, evocando las Quinta, Sexta y Catorceava enmienda de la constitución a la Constitución de EE.UU., el magnate norteamericano no respondió a ninguna de las interrogantes de citas que se realizaron a través de los años.
Un deprerador sexual
No obstante, la serie documental se encarga de revelar lo que Epstein ocultaba; como las primeras víctimas declaradas de este “depredador sexual”, cuyas historias se ubican a mediados de los 90 y que descubrió la periodista británica Vicky Ward.
Fue en 2003 que el editor por esos años de la revista Vanity Fair, Graydon Carter, le encargó escribir un perfil del exitoso, pero a la vez elusivo magnate de las finanzas. Sin embargo, lo que ella encontró era lo opuesto al brillo del éxito.
Ante ella apareció el nombre de la joven pintora Maria Farmer, quien en 1996 conoció a Epstein y a su pareja por años, la inglesa Ghislaine Maxwell, y se convirtió en víctima de sus retorcidas preferencias sexuales. Poco después su hermana menor, Annie, sufriría lo mismo.
Pero Carter decidió dejar fuera de la nota de Ward el pasaje sobre las chicas Farmer y se publicó un simple perfil sobre este misterioso “Gatsby neoyorquino”. Uno de los primeros ejemplos de cómo funcionaban las conexiones económicas y en las más altas esferas políticas del millonario.
Estremecedora y compleja verdad
Una red de conexiones que lo tenía siempre codeándose con figuras como el actual presidente de EE.UU., Donald Trump; su antecesor Bill Clinton o el Príncipe Andrés de Inglaterra, todos lo que hasta ahora niegan una conexión directa con Epstein.
Pero el espectador es testigo de cómo las víctimas del magnate, a años de los ataques que sufrieron, revelan las maquinaciones que se tejían en torno a él y la red de tráfico sexual que fue construyendo a lo largo de varias décadas y que lo llevaron finalmente a la cárcel en 2019.
A los nombres de Michelle Liceta, Virginia Giuffre o Shawna Rivera se suman las declaraciones de abogados, investigadores privados, ex empleados y policías envueltos en su caso. Como Michael Reiter, jefe de la policía de Palm Beach que encabezó una investigación por meses.
Esta última se centró en la residencia de Epstein en Florida y de cómo decenas de adolescentes llegaban al lugar para realizarle masajes al financista a cambio de US$ 200. Sin embargo, los contactos del neoyorquino lo salvaron de ir a la cárcel.
Así, bajo la dirección de Lisa Bryant y teniendo como base el libro Filthy rich, de James Patterson, Jeffrey Epstein: asquerosamente rico va reconstruyendo esta historia de abusos, dinero y poder que tuvo muchos escenarios, desde Florida, pasando por las Islas Vírgenes hasta Nueva York.
En la que las víctimas tienen la posibilidad de revelar su estremecedora y cruda verdad, como también los traumas que arrastran hasta ahora, mientras también se conocen detalles en torno al elusivo financista, entre ellos la forma en que comenzó a construir su fortuna.
Todo esto convierte a la serie documental en un imperdible para los seguidores del género, con uno de las más acabados despliegues de información en pantalla, como también de revelaciones y afirmaciones que no dejarán indiferente a nadie.
Como cuando una de las víctimas más mediáticas, Virginia Giuffre, acusa al Príncipe Andrés de haberla violado cuando tenía 17 años, luego de que uno de los ex empleados de Epstein haya asegurado haberlo visto acariciándola en la piscina de una de las propiedades del magnate.