Aunque todavía falta más de un mes para Navidad, en Netflix ya se siente el espíritu de esta celebración con estrenos como Operación Feliz Navidad, Dash y Lily y ahora Jingle Jangle.
“Una mágica Navidad” es el subtítulo de esta última película, que es de esas ideales para ver en familia en Nochebuena, antes o después de abrir los regalos.
De hecho, los niños son los que más van a disfrutarla, porque como buena historia navideña tiene magia, fantasía y un mensaje que deja lecciones.
Su comienzo es como el de muchas otros relatos de esta época del año, el de un cuento que, en este caso, le narra una abuela a sus dos nietos.
La historia es la de Jeronicus Jangle (Forest Whitaker), un inventor que fabrica los juguetes más increíbles, los que vende en su tienda Jangle and things, un lugar mágico y que los niños adoran.
Una de sus creaciones más impresionantes es la de Don Juan, un muñeco artículado parlanchín que, como curiosidad, tiene la voz de Ricky Martin.
La idea de Jeronicus es crear miles de unidades de este juguete, pero su idea se trunca cuando su ayudante, Gustafson (Keegan-Michael Key), decide robarse al muñeco y también su libro de inventos.
Por si fuera poco, luego muere la esposa de Jeronicus, Joanne (Sharon Rose), y sumido en la pena, el inventor decide quedarse solo y su hija Jessica se va de la casa.
Magia, música y aventuras
Luego, Jingle Jangle da un salto temporal y muestra a Jeronicus convertido en un anciando. Ya nada queda del entusiasta fabricante de juguetes de antaño y ahora es un hombre apesumbrado.
Además, su tienda se convirtió en una casa de empeños y atraviesa problemas económicos. De hecho, para salvarla el banco le exige dinero o crear un juguete revolucionario.
Su hija Jessica (Anika Noni Rose) también es adulta y ahora tiene una hija, Journey (Madalen Mills), una niña inteligente y curiosa, tal como era Jeronicus en su juventud.
Justo en la previa de Navidad, Jessica envía a la niña a la casa de su abuelo para que ambos se conozcan.
Recorriendo la casa, Journey encuentra en juguete de metal y ojos grandes, llamado Buddy, que tiene un parecido al de la película Wall-E. También, una particularidad: funciona solo sin confían en él.
Ahí parte una aventura llena de magia y fantasía y en la que la acompaña Edison (Kieron L. Dyer), el nuevo aprendiz de Jeronicus.
Una historia que incluye numeros musicales y que se desarrolla en un pequeño pueblo que parece sacado de un cuento.
De seguro los niños más pequeños van a disfrutar esta película, sobre todo en Navidad, y también aprenderán con su mensaje, que invita a creer en los sueños.
Aunque quizás se les haga un poco largo, porque dura dos horas. Y es que varias de sus escenas con baile y música de Jingle Jangle están de sobra.