Gracias a la saga del Conjuroverso, Ed y Lorraine Warren se convirtieron en parte de la cinematografía reciente. Una popularidad que seguramente se reafirmará con Juicio al diablo.
El documental de Netflix que muestra el único caso en que la “posesión demoníaca” se usó oficialmente como defensa en un juicio por asesinato en los Estados Unidos.
Un proceso que se bautizó como “el diablo me hizo hacerlo” y que se retrató en la ficción en la película de terror El conjuro 3, con Patrick Wilson y Vera Farmiga como los Warren en pantalla.
Ya que el matrimonio de investigadores paranormales fue esencial en los hechos en torno a Arne Cheyenne Johnson, el joven de 19 años que en 1981 asesinó a su casero Alan Bono.
Lo que habría realizado bajo la influencia de fuerzas demoníacas, como Ed y Lorraine testificaron ante la policía y luego lo plasmaron en su libro The devil in Connecticut.
La posesión de David Glatzel
Algunos de los sucesos que forman parte del relato de la cinta que llega al streaming, para demostrar que un documental por instantes puede ser escalofriante como un filme de horror.
Lo que queda al descubierto en la pieza dirigida por Chris Holt, que a lo largo de su casi hora y media de duración va exponiendo los sucesos en torno al crimen ocurrido en Brookfield.
Donde no solo son esenciales los nombres de los Warren o Johnson, sino que también la familia de la novia de este último, los Glatzel, y los sucesos en torno a su hijo menor, David.
Quien cuando tenía solo 11 años de edad fue poseído por al diablo, como él mismo en la actualidad cuenta ante la cámara, para aclarar lo que realmente les pasó a él y sus familiares.
Desde que en julio de 1980 se le apareció alguien disfrazado de demonio, con los ojos muy negros y le dijo que quería su alma, pasando por su posesión y la aparición de los Warren.
Johnson se convierte en asesino
Hasta lo que vino después del exorcismo de David en la iglesia católica local, cuando el ente que habría abandonado su cuerpo pasó al de Johnson y lo “empujó” a asesinar a Alan Bono.
El encargado de la perrera local que fue apuñalado por el entonces joven, quien asegura hasta hoy -ya que también forma parte de los entrevistados- que no recuerda nada de ese momento.
Pero sí muy bien lo que vino después: su encarcelamiento por homicidio y el juicio donde fue representado por el abogado Martin Minella, quien fue asesorado por los Warren.
En una defensa basada en que el diablo “lo había obligado a hacerlo”, que finalmente pasó a defensa personal cuando el juez no permitió argumentar posesión demoníaca como exención.
Un último punto en que nunca creyó el hijo mayor de los Glatzel, Alan, quien aparece casi al final del metraje para convertirse en la figura disonante en este relato en torno a lo paranormal.
Donde una de las fuentes esenciales son las grabaciones y fotografías obtenidas por los Warren, haciendo del Juicio al diablo una pieza más del universo de El conjuro no apta para escépticos.