En los últimos años, el nombre del coreógrafo y director Kenny Ortega se ha convertido en sinónimo de exitosos espacios que unen música, baile y juventud, como High school musical y Descendientes. Una combinación que vuelve a utilizar en Julie and the Phantoms.
El primero de dos títulos que producirá para Netflix -junto a la película Auntie Claus– y que reversiona la premiada serie brasileña Julie e os Fantasmas, emitida por Nickelodeon entre 2011 y 2012, trasladando la historia desde São Paulo a la ciudad de Los Angeles.
En su barrio de Los Feliz vive la quinceañera Julie (Madison Reyes) junto a su padre Ray (Carlos Ponce) y su hermano menor, Carlos (Sonny Bustamante), luego de haber perdido a su madre hace un año. Una muerte que todavía no supera y la ha bloqueado totalmente.
Desde su desaparición, no ha podido componer ninguna canción ni tocar ante otros, a pesar de ser una talentosa cantante y pianista. Pero todo cambia el día en que debe limpiar el estudio de música que tenía su mamá en el antiguo garaje de su casa.
En medio de ropa e instrumentos que estaban allí desde hace años, ella descubre un viejo CD de un grupo que no conoce, llamado Sunset Curve. Cuando decide escucharlo, ocurre algo totalmente inesperado: aparecen los fantasmas de tres integrantes de esa banda.
Luego del susto inicial, Julie conoce a Luke (Charles Gillespie), Reggie (Jeremy Shada) y Alex (Owen Patrick Joyner), quienes en 1995, como se vio al inicio del espacio, comieron hot dogs descompuestos que les causaron la muerte y truncaron su camino a la fama.
Música, compañerismo y algo de romance
Un repentino retorno que para los músicos se produce al día siguiente de morir, pero que en realidad ocurre 25 años después de su desaparición. Sin embargo, descubren que al momento de tocar junto a Julie pueden ser vistos y escuchados por otras personas.
De esta forma, tienen una segunda oportunidad como grupo junto a la talentosa chica, mientras ella además lidia con la secundaria, donde tiene como principal rival a Carrie (Savannah Lee May), quien coincidentemente tiene un vínculo con Sunset Curve.
A esto se suma la manera en que Luke, Reggie y Alex aprenden a desenvolverse en el mundo de los vivos, con la ayuda del relajado skater fantasma Willie (Booboo Stewart) y el misterioso espectro y dueño de un club nocturno, Caleb Covington (Cheyenne Jackson).
El eje de una trama donde también son protagonistas las canciones y los números musicales, junto a algunas cuotas de romance -la evidente atracción entre Julie y Luke, y la conexión entre Alex y Willie-, como acostumbran las producciones de Kenny Ortega.
Lo que confirma su particular sello en la nueva producción de Netflix, asegurando la buena llegada de Julie and the Phantoms en una audiencia juvenil que guste de los musicales y pegajosas canciones, que resaltan gracias al talento de la debutante Madison Reyes.
Y transforma a esta serie en una colorida y buena sucesora de títulos como High school musical, y a sus nueve capítulos, de media hora de duración cada uno, en la mejor opción para disfrutar de un maratón de fin de semana junto a los amigos en modo Netflix Party.