El culebrón más adictivo del este siglo no necesitó personajes ficcionados ni menos un guión. Para qué, si la vida real ya ofrecía una familia digna del drama más sabroso. ¿El nombre de esta teleserie? Keeping up with the Kardashians.
A menos que hayas vivido en una piña debajo del mar, ya sabes que estamos hablando de uno los reality shows más famosos del mundo. Tan popular es, que ya tiene 17 temporadas y el mundo está a la espera de la próxima.
Y es que muchos ya se acostumbraron a seguir cada romance, pelea o llanto de esta familia que decidió transmitir toda su vida por TV y ahora también por streaming.
Eso, porque el reality de las Kardashians acaba de llegar a Netflix con sus primeras temporadas.
Se trata del debut en esta plataforma del clan que lidera la matriarca, Kriss Jenner, y que integran sus populares hijas, Kim, Khloé y Kourtney Kardashian (hijas del abogado que defendió a OJ Simpson) y también las súper modelos Kendall y Kylie Jenner.
La prehistoria de las Kardashians
Eso sí, las que acaban de llegar al catálogo de Netflix son las primeras dos temporadas de Keeping up with the Kardashians, que se estrenaron en 2007 y 2008, respectivamente.
Son total 19 episodios, que te llevarán directo a algo así como la prehistoria de esta familia, cuando Kim Kardashian, una socialité muy amiga de Paris Hilton, se hizo conocida por un video sexual que grabó con su novio de entonces, el rapero Ray J.
Un escandálo que le reportó fama y atención de los portales de farándula no solo a ella, sino también a toda esa familia.
La misma que en esas primeras temporadas se ve muy distinta a la de hoy, con Kim, Khloé y Kourtney con menos operaciones en sus cuerpos, con Robert -el único hijo del clan- delgado y adolescente y con Kendall y Kylie siendo aún una niñas, muy lejos del estatus de diosas de Instagram que ostentan hoy.
Además, en esos años, Bruce Jenner, padre de las niñas, todavía no se convertía en Caitlyn y faltaba mucho para que el rapero Kanye West pasara a formar parte de la familia de las Kardashians.