Katla: lo sobrenatural se apodera de la primera serie islandesa de Netflix
El primer espacio de la plataforma producido en Islandia muestra cómo un volcán transforma las vidas de los habitantes de un pequeño poblado.
Debajo de la capa de hielo del glaciar Mýrdalsjökull, en el sur de Islandia, se esconde Katla, un volcán tan gigante como activo que se convierte en el inesperado protagonista de la primera serie original islandesa de Netflix, donde el suspenso se mezcla con la ficción.
Un espacio de ocho capítulos, creado por el guionista Sigurjón Kjartansson y el cineasta Baltasar Kormákur (Everest), y titulado simplemente Katla, que lleva al espectador hasta el remoto poblado de Vik, un año después de que el volcán subglacial hiciera erupción.
Esto provocó la evacuación de los habitantes de ese pueblo vecino y que sus calles y casas quedasen cubiertas de ceniza volcánica. Una situación que 12 meses después no ha variado demasiado, mientras los científicos continúan monitoreando la actividad sísmica.
Pero un extraño suceso viene a cambiar la rutina de los pocos que se mantienen en Vik. Después de que Leifur (Björn Ingi Hilmarsson) y Eyja (Aldís Amah Hamilton) descubren cerca del glaciar a una mujer que camina desorientada y con su cuerpo cubierto con ceniza.
La que al llevarla al hospital se sabe que es sueca y se llama Gunhild (Aliette Opheim), y asegura que labora en el hotel del pueblo. Pero al consultarle a la dueña de este dice no conocerla, aunque después recuerda que hace 20 años alguien con ese nombre trabajó allí.
Un situación que sorprende a los lugareños, desde el policía Gísli Einarsson (Þorsteinn Bachmann), pasando por la encargada del hotel, Bergrún (Guðrún Gísladóttir), hasta Thor Jónsson (Ingvar Sigurdsson), quien, según Gunhild, la habría llevado al glaciar.
Personas que retornan inesperadamente
Todo se torna aún más confuso cuando la hija de Thor, quien se llama Gríma (Guðrún Ýr Eyfjörð) y ayuda a los científicos con el monitoreo del volcán, descubre en un cobertizo a su hermana Ása (Íris Tanja Flygenring), quien había desaparecido tras la erupción.
La cual está cubierta por cenizas al igual que Gunhild y no recuerda nada más después del momento en que hace un año le perdieron la pista. La misma a la que habían dado por fallecida y regresa en medio de una reactivación volcánica y otros eventos inusuales.
Entre los que se cuentan animales que en apariencia son iguales a otros y que encuentran muertos y que Darri Hansson (Björn Thors), un vulcanólogo que llegó desde Reikiavik para revisar algunas muestras, descubre a un niño que asegura que es su ya fallecido hijo.
Sin olvidar que, luego de que la contactara el oficial Gísli en su casa en la localidad sueca de Uppsala, una madura Gunhild decide retornar a Vik 20 años después de su partida, al saber que ahí se encuentra una mujer mucho más joven que asegura ser ella.
Así, en un principio lentamente, Katla va introduciendo al espectador en una historia en que se combina la devastadora fuerza de la naturaleza con hechos sin explicación. O tal vez simplemente sobrenaturales, que van más allá de la lógica y lo científicamente aceptable.
Donde cada uno de los personajes se enfrenta a peligros volcánicos, sustitutos y a problemas personales, tanto del presente como del pasado. Los que van sucediéndose cada vez con mayor celeridad, envolviendo al espectador en una trama que inquieta y atrapa.
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