Con el debut el pasado viernes de la primera cinta de la trilogía La calle del terror, se inició un nuevo pasaje en la historia del horror en pantalla, que toma como base los libros de R.L. Stine para dar vida a un mundo marcado por adolescentes, una bruja y psicópatas.
El que hoy suma otro capítulo en Netflix, subtitulado Parte 2: 1978, que comienza donde la anterior cinta dejó al público: cuando Sam (Olivia Scott Welch) ha sido poseída por Sarah Fier y los hermanos Deena (Kiana Madeira) y Josh (Benjamin Flores Jr.) buscan ayuda.
Por lo que deciden visitar a la única persona que sobrevivió a los ataques de asesinos manejados por la bruja: C. Berman (Gillian Jacobs), una reclusiva mujer que poco antes había llamado a Deena para advertirle que las muertes estaban lejos de terminar.
Y quien, luego de aceptar a los hermanos dentro de su casa, además de la embrujada Sam, les narra la terrorífica experiencia de la que fue víctima y testigo a fines de la década de los 70, y que la condenó a pasar sus días atemorizada y encerrada en su hogar.
Cuando ella y su hermana eran parte del Campamento Nightwing, como monitor y campista, respectivamente. Lugar que en el verano de 1978 reunía a jóvenes de la perfecta localidad de Sunnyville como también de la vecina y peligrosa Shadyside, de donde eran las chicas.
El peligro acecha a las hermanas Berman
Mismo sitio en que una de ellas, Cindy (Emily Rudd), y su novio Tommy (McCabe Slye) se dedican a la limpieza y a guiar a los niños y adolescentes del campamento en diferentes actividades, mientras a Ziggy (Sadie Sink) la acosan algunas de su compañeras.
Estas últimas culpan a la menor de las hermanas Berman de robar dinero y deciden darle un escarmiento llevándola al árbol donde habría sido colgada la bruja Fier, ya que el campamento se sitúa justo encima de donde ella y los colonos vivían en el siglo XVII.
Un castigo del que Ziggy sale solo con una quemadura en su brazo, luego de la salvaran consejeros de Nightwing, Will Goode (Brandon Spink) y su hermano Nick (Ted Sutherland), quien demuestra una gran preocupación por la jovencita de Shadyside.
Debido a la herida, Ziggy visita a la enfermera del lugar, Mary Lane (Jordana Spiro), quien es coincidentemente madre de una de las chicas que fueron poseídas por la bruja, Ruby (Jordyn DiNatale), que en la década de los 60 mató a su novio y amigos con una navaja.
Y mientras la cura, Mary también actúa de una manera muy extraña. Lo que luego se incrementa cuando en el comedor del campamento trata de matar a Tommy. Pero el joven se defiende y la mujer resulta muerta en el preámbulo de una serie de terribles sucesos.
El nuevo asesino de la bruja Fier
Entre los cuales se cuenta la visita de Cindy, Tommy y otros dos consejeros, Arnie (Sam Brooks) y Alice (Ryan Simpkins), a las ruinas de la casa de Sarah Fier, donde descubren que alguien ha estado visitando el lugar y además Tommy se transforma en asesino.
Con lo que se inicia una cruenta narración marcada por las violentas muertes de niños y adolescentes, nuevamente inspiradas por el subgénero slasher, en especial lo visto en cintas como Viernes 13 (1980), Madman: el loco (1982) y Campamento sangriento (1983).
Donde, al igual que en esta segunda La calle del terror, los monitores y campistas quedaban a merced de un psicópata y su arma -que en el caso de la cinta de Netflix es un hacha-, en medio del bosque y cerca de un lago, tras algo de sexo y potenciales romances.
Lo que incrementa el nivel de violencia en la trilogía, como también los litros de sangre en algunas de sus escenas, en medio de una ambientación que deja el colorido de la anterior cinta anclada en los 90, para cubrir las escenas con una tonalidad sepia y más apagada.
Aunque mantiene el ritmo de su trama con una creciente sucesión de terroríficos descubrimientos, huidas y, por supuesto, muchas muertes; donde además son claves las actuaciones de su juvenil elenco encabezado por Emily Rudd y Sadie Sink.
Y que culmina con un vistazo a lo que vendrá en el capítulo final de la saga: La calle del terror (parte 3): 1666.