En el último tiempo la comedia y el romance se habían apoderado de muchas de las producciones surcoreanas de Netflix. Pero La canción de los bandidos viene a cambiar esto.
Ya que el espacio, que reúne al director Hwang Jun-hyuk y el guionista Han Jung-hoo después de Bad guys: Vile City, apuesta por una combinación poco habitual para los k-dramas.
Donde los nueve capítulos que lo componen giran en torno a una mezcla singular: la acción de un western junto al drama histórico ambientado en la época del dominio colonial japonés.
Específicamente en Gando -sector en la frontera con China- durante la década del 20, donde un grupo de coreanos se reúne para defender su hogar en medio de la anarquía.
Los que liderados por Lee Yoon (Kim Nam-gil) se convierten en bandidos para luchar contra la ocupación nipona, yendo contra la ley y poniendo en riesgo sus vidas y las de sus seres queridos.
Un viaje que lo cambiará todo
Como lo muestra una narración tan ágil como atractiva, y de excelente factura, que comienza un poco antes, en 1915, cuando Lee aún es parte del ejército japonés tras haber sido esclavo.
Momento en el protagonista se rebela contra su antiguo amo y superior militar -y supuesto amigo-, Lee Gwang-il (Lee Hyun-wook), dejando la ciudad de Gyeongseong.
¿Su destino?: la aldea Myeongjeong, la “gran metrópoli” de Gando del Norte, donde Yoon se reencuentra con su amiga Kim Seon-bok (Cha Chung-hwa), dueña de la posada local.
La cual ahora también trafica armas y contactó a Yoon para darle el paradero de Chung-soo (Yoo Jae-myung), un ex comandante de los llamados ejércitos justos que combaten a los japoneses.
El que también era familiar de los habitantes de una localidad independentista que fue asolada por los camaradas nipones de Lee, por lo que ahora busca a Chung-soo para que lo elimine.
Los caminos de Yoon y Hee-shin se unen
Pero este último se da cuenta de la valentía y la habilidad de Yoon con las armas, después de su ataque a una peligrosa pandilla local, y lo convence de luchar por sus compatriotas.
Así, cinco años más tarde el ex soldado se ha convertido en el líder de una pandilla de forajidos que ataca a las fuerzas colonizadoras, para ayudar a los hombres y mujeres de Joseon.
Sin embargo, los japoneses están cada vez más cerca de Gando y el dinero que Seon-bok obtiene con el tráfico de armas empieza a escasear, por lo que hay que ejecutar otro plan.
Uno que se relaciona directamente con los miles de wones que se piensan gastar para la construcción de un ferrocarril, que serían la solución para mantener a la banda de Yoon.
Aunque este no cuenta con que un grupo de independentistas también necesita ese dinero y que su gran amor, Hee-shin (Seohyun), forma parte de ellos de manera encubierta.
Al mismo tiempo que Gwang-il busca eliminar a los que luchan por la libertad, en el corazón de una de las series coreanas más violentas, intensas e imperdibles del último tiempo.