La Casa de las Flores se despide desenterrando los viejos secretos de la familia De la Mora
Aun quedan secretos guardados y se revelan en la infartante temporada final de La Casa de las Flores, la exitosa serie mexicana de Netflix. Y atentos, que vuelve Virginia De la Mora.
Toda historia tiene su fin, incluida la de los De la Mora, la familia que conocimos con La Casa de las Flores. Aunque a miles de seguidores les duela, el culebrón llega hasta aquí.
Desde este jueves 23 de abril está disponible la tercera y última temporada de esta exitosa producción mexicana, que se estrenó en 2018 y que se convirtió en la otra “casa” más popular de Netflix.
Con los nuevos 11 episodios, termina la adictiva historia de esta familia del acomodado barrio de las Lomas, en Ciudad de México, que cayó en desgracia luego del suicidio de Roberta, la amante de Ernesto, el esposo de Virgina, jefaza de La Casa de las Flores.
Fue una muerte rimbomante, que dejó al descubierto varios secretos familiares y que desencadenó una serie de desgracias en la familia.
Y si pensabas que ya no quedaban más secretos, te equivocas, porque en esta temporada final se desentierran otros que los De La Mora se tenían bien guardados.
Para revelarlos, la serie retrocede 40 años, hacia 1979, para contar los inicios de la familia y de las verdades que mantuvieron ocultas durante décadas. Y es que como dice una voz en off casi el final, los secretos son el lazo que mantiene unidos a los De La Mora.
La Casa de las Flores se pone vintage
Si viste la segunda temporada, que estuvo marcada por la muerte de Virgina (interpretada por la legendaria Verónica Castro), entonces ya sabrás que en las escenas finales Elena (Aislinn Derbez) sufría un accidente, mientras Paulina (Cecilia Suárez) ingresaba a la cárcel para salvar a Diego (Juan Pablo Medina), su cuñado.
Y esta nueva entrega parte con Paulina tras las rejas y con Elena embarazada y en coma en un hospital. Dos situaciones dramáticas que, por supuesto, tienen tintes hilarantes, porque su tono tragicómico es una de las razones que convirtió a La Casa de las Flores en una adicción.
Mientras tratan de safar de sus tragedias, la serie va hacia el pasado, para mostrar los origenes de todo: de la familia de la Mora, de la florería y, por supuesto, de sus secretos.
Así, con una atrapante puesta en escena vintage y al ritmo de clásicos de los 70 y hits disco, vuelve Virginia (Isabel Burr), pero esta vez como una joven millonaria que se muere de ganas por vivir la vida.
Y no está sola, porque en sus aventuras la acompañan sus amigos de las Lomas: Carmelita (interpretada por la cantante Ximena Sariñana), Salomón (Javier Jattin), Pato (Christian Chávez, ex RBD) y Ernesto (el chileno Tiago Correa, quien sorprende con su actuación).
Los flashbacks hacia esos años son los que van revelando varias sorpresas, desde amores secretos hasta asesinatos, que le agregan más sazón a la historia y que a ratos crean una serie paralela, igual de adictiva.
Final de infarto
Es en esos recuerdos del pasado que conocemos a una mujer que aparece para tomar protagonismo en La Casa de las Flores, una villana que hace que Jenny Quetzal y Purificación parezcan niñas de kinder.
Se trata de Victoria (Rebecca Jones), la mamá de Virginia, una mala como las de antes, manipuladora, malvada y que hará todo lo posible por guardar las apariencias de su familia.
Un personaje que también vuelve en el presente (con Isela Vega en el rol de la veterana), para tratar de recuperar la casa y la florería y hacerle la vida imposible a sus nietos. Pero se le cruzará Paulina y también Delia, la fiel empleada de los De la Mora.
Y así, entre los recuerdos del pasado y las tragedias de hoy, transcurren estos capítulos finales, que están entre los mejores de toda la producción.
Por supuesto que también están presentes sus exquisitas referencias a la cultura pop latina y los grandes temas que cruzaron toda la serie, como la diversidad sexual y la homofobia.
Un final lleno de suspenso y jugosas revelaciones, que te mantendrá con el alma en un hilo hasta el último segundo.
Te echaremos de menos, Pau-li-na De la Mo-ra.
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