Desde su precoz inicio en la TV estadounidense de los 90, Mila Kunis demostró su habilidad para moverse entre la comedia y el drama. Un último género al que retorna con La chica más afortunada del mundo.
La nueva película original de Netflix que lleva a la pantalla el best seller La chica que lo tenía todo, de Jessica Knoll, que llegó a librerías en 2015 con un relato que también se mueve por el misterio.
El mismo largometraje que, tras debutar en septiembre en salas de cine de Norteamérica, llega al streaming bajo la dirección de Mike Barker, que ha trabajado esencialmente como realizador de series.
Y quien tuvo la misión de guiar a Kunis en su interpretación de la protagonista de un filme algo lento, pero interesante, que se inicia en la Nueva York de 2015, cuando Ani FaNelli (Kunis) prepara su boda.
La que se efectuará en un mes y medio más y la unirá ante los ojos de Dios con Luke Harrison IV (Finn Wittrock), el atractivo integrante de una adinerada y prestigiosa familia que la llama cariñosamente “Babe”.
Al cual la protagonista, que además es la voz en off de la cinta, le ha ocultado detalles de su pasado. En una faceta más oscura que incluye usar a escondidas la oficina de su jefa en la revista en que trabaja.
El trauma de la adolescencia de Ani
Pero ese mismo pasado comienza a acecharla cuando el documentalista Aaron Wickersham (Dalmar Abuzeid) la contacta para obtener su opinión sobre un fatal hecho conectado a su adolescencia.
Cuando ocurrió uno de los peores tiroteos en una escuela privada, del que también fue víctima el actual activista Dean Barton (Alex Barone), que acusa a Ani de haber estado involucrada en el hecho.
Por lo que pronto la narración se traslada a fines de los 90, cuando una joven Ani (Chiara Aurelia), en ese entonces conocida como TifAni, asistía gracias a una beca al prestigioso Bentley School.
Momento desde el que la cinta se divide entre dos narraciones, una en el supuestamente perfecto presente de Ani y otra en su traumático pasado, cuando fue víctima de un grave caso de abuso.
El que se convierte en el detonante de violencia aún mayor, que marcará para siempre la vida de la protagonista y la llevará a tratar de hacer de su futuro un falso ejemplo de éxito laboral y personal.
Lo que se conoce a lo largo de casi dos horas de metraje, donde el suspenso se diluye en el drama de quien trata de ocultar su pasado, pero tal vez tenga la oportunidad de sanar heridas y culminar un autoengaño.