Con la creación de Downton Abbey, Julian Fellowes marcó un antes y un después en su carrera y en la TV británica, gracias a la buena llegada entre el público y la crítica de la serie enfocada en los aristócratas Crawley. Un éxito que busca repetir con La Edad Dorada.
Su primera creación para HBO, donde el ganador del Oscar por su guión para Muerte a la medianoche deja atrás el mundo de nobles británicos que él tan bien conoce -posee el título de Barón Fellowes of West Stafford- para trasladarse a Estados Unidos.
Y lo hace específicamente al último cuarto del siglo XIX, cuando se vivió la denominada “edad dorada estadounidense”, donde los nuevos ricos, que habían hecho sus fortunas gracias a la industria, el ferrocarril y las finanzas, buscaban ser parte de la alta sociedad.
Un término acuñado teniendo como inspiración La edad dorada: una historia de nuestros días, la novela publicada por Mark Twain y Charles Dudley Warner en 1873, donde satirizan el materialismo y la corrupción en la vida pública post Guerra Civil norteamericana.
Los mismos años que sirven de escenario para la nueva serie sobre riqueza, clase y drama con la firma de Fellowes, que se ambienta en el Nueva York de 1883, en plena época en que los millonarios -denominación recién inventada- se hacen sentir en la ciudad.
Los que comienzan a construir sus imponentes mansiones en los mismos barrios en que ya viven las familias de la vieja y adinerada sociedad neoyorquina. Como la de Agnes van Rhijn (Christine Baranski), quien observa con estupor la llegada de nuevos vecinos.
La vieja sociedad vs. las nuevas fortunas
Pero lejos de ahí, en Pensilvania, también se conoce a Marian Brook (Louisa Jacobson), una joven que quedó solo con unos pocos dólares después de la muerte de su padre, por lo que se ve obligada a irse a vivir con sus tías, la mencionada Agnes y Ada (Cynthia Nixon).
Las hermanas de su papá que la acogen en su señorial hogar neoyorquino, al mismo tiempo que frente a este arriban a su “palacio” citadino los Russell, la familia encabezada por el industrial George (Morgan Spector) y su ambiciosa esposa Bertha (Carrie Coon).
La que además integran sus hijos Gladys (Taissa Farmiga) y Larry (Harry Richardson), quienes, como sus padres, tratan de incorporarse a la sociedad neoyorquina. Lo que no será nada fácil ante el menosprecio con el que son vistos por sus tradicionales integrantes.
Sin embargo, con el correr de los capítulos se va viendo cómo el poder que les otorgan los millones que poseen va haciendo que, poco a poco, algunos -generalmente por interés- se acerquen a los Russell e incluso acepten visitar su enorme vivienda.
Pero la trama también muestra qué pasa con los sirvientes de estas familias, quienes enfrentan dramas y ambiciones, y con Peggy Scott (Denée Benton), la chica afroamericana que busca hacerse de un nombre como escritora y entabla una cercana relación con Marian.
Un último personaje que se convierte en el símbolo del cambio, al no ver con malos ojos a los Russell y otros parias sociales, a pesar de los consejos de su tía Agnes. En el contrapunto que marca el relato de la entretenida y bien actuada y ambientada La Edad Dorada.