Muchas veces las cosas más simples son las que más sorprenden, y de buena manera, como en el caso de La gran seducción, la nueva película mexicana de Netflix.
La que dirigida por Celso R. García, con guión de él junto a Luciana Herrera Caso, se convierte en el segundo remake de la película canadiense La grande séduction.
Una cinta francoparlante de 2003 que tuvo otra versión 10 años después, también hecha en Canadá, pero hablada en inglés y con actores como Brendan Gleeson y Taylor Kitsch.
Para que ahora, dos décadas más tarde, su inusual historia ambientada en una localidad de pescadores se traslade a la costa de México, específicamente a Santa María.
El pequeño pueblo ubicado en una isla igual de diminuta, en el que viven tan solo 120 personas, luego de que varios de sus habitantes se fueran lejos por la falta de trabajo.
El plan de Germán para salvar al pueblo
Lo que llevó a los pocos que decidieron quedarse a sobrevivir con un subsidio que reciben mensualmente del gobierno, entre los que se cuenta Germán (Guillermo Villegas).
Quien es la figura central, además de narrador, de una historia marcada por la comedia, la que es muy simple y efectiva, además de personajes pintorescos y entrañables.
Entre los que también se cuentan la encargada del correo y el único computador del pueblo, Anita (Yalitza Aparicio, Roma), y Benjamín (Julio Casado), el encargado del “banco” local.
Todos los que se alían en el plan que Germán concibe cuando descubren que una empacadora de pescado podría instalarse en el poblado, mejorando la vida laboral de los vecinos.
Pero existe una condición: que haya un doctor en Santa María para que la aseguradora le dé el visto bueno a la empresa, ante lo que sus habitantes envían cartas a diferentes médicos.
La llegada de Mateo a Santa María
Y al parecer la suerte está de su lado, ya que coincidentemente una de esas cartas llega al director de un hospital cuando uno de sus subalternos comete un error y debe sancionarlo.
Un castigo que obliga a Mateo (Pierre Louis) a trabajar durante un mes en la isla, mientras sus habitantes se coluden para lograr seducirlo con su encanto provincial.
Para lo que le ceden al joven médico la “mejor” casa del pueblo -decorada de manera muy estridente- e intervienen el teléfono de la vivienda para conocer sus gustos y charlas.
En una seguidilla de mentiras y situaciones fingidas, como hacerle creer que los lugareños juegan fútbol americano y que el restaurante local prepara el plato indio chicken tikka masala.
Todo para escenificar una vida rural de ensueño, con lo que esperan que Mateo “se enamore de Santa María” y decida convertirse en su doctor oficial. Muy recomendable.