Aunque ya había probado y comprobado su capacidad actoral en la TV y el cine de Reino Unido, no fue hasta que protagonizó La favorita y The Crown que Olivia Colman fue reconocida mundialmente. Un talento que ahora reafirma con creces en La hija oscura.
El drama de Netflix protagonizado por la intérprete nacida hace 47 años en Norwich, Inglaterra, que marca el debut de su colega estadounidense Maggie Gyllenhaal en la dirección y convierte en imágenes las páginas del libro homónimo de Elena Ferrante.
En un rol que la aleja de las monarcas o la detective Miller de Broadchurch, y la pone bajo la piel de Leda Caruso, una profesora de literatura en una importante universidad estadounidense que ha decidido tomarse unas vacaciones en un rincón de la costa griega.
Lugar al que llega en un auto alquilado y donde recibe la bienvenida de Lyle (Ed Harris), un norteamericano que ya lleva varias décadas viviendo en el lugar y se encarga de cuidar el departamento que ella ha arrendado por unas semanas, junto a otras propiedades.
Pero Leda, como se lo recalca a quien quiera oírla, durante sus vacaciones no dejará completamente su labor como docente, revisando al lado del mar libros y escritos. Una actividad que se ve interrumpida por la abrupta llegada a la playa de una bulliciosa familia.
La cual es de Queens, pero cada verano arrienda la misma casa en ese rincón de Grecia. Y cuando una de sus integrantes, Callie (Dagmara Domińczyk), le pide a la docente que se cambie de reposera se genera un momento de tensión, ya que Leda se niega a hacerlo.
La pérdida que la conecta con el pasado
Sin embargo, eso queda en el pasado luego de que la académica ayuda a encontrar a la pequeña Elena (Athena Martin Anderson), quien es sobrina de Callie e hija de Nina (Dakota Johnson), una chica que desde el comienzo llama poderosamente la atención de Leda.
Una figura materna y un escenario de pérdida que llevan a la protagonista a conectarse con su pasado, rememorando una situación similar que vivió cuando una de sus dos hijas se perdió durante un paseo en la playa y también cuando se alejó de ellas por algunos años.
Donde siempre es constante la inesperada respuesta de Leda a su entorno. Como cuando se pierde la muñeca de Elena y se descubre que ella la esconde, o cuando años atrás una de sus hijas le pidió que le besara una herida y la joven Leda (Jessie Buckley) la ignoró.
En un contrapunto entre presente y pasado que cruza tanto la película como el libro en que se basa La hija oscura, que va dibujando la compleja personalidad de Leda y su posición frente a la maternidad, donde muchas veces se ve un tanto asfixiada como mujer y profesional.
Algo que la profesora siente que se replica en Nina, quien, como se desliza en el relato, fue madre y esposa muy joven, y no sabe muy bien lo que quiere. En una aguda mirada a lo que significa ser madre, como también a cómo la mujer siempre es cuestionada por su entorno.
Donde se destaca el talento como directora de la debutante Gyllenhaal, que logra imprimirle un tono preciso al relato -con las cuotas exactas de conflicto, drama y culpa-, y la actuación de Colman, por la que seguramente será parte de las próximas nominaciones al Oscar.