Durante las últimas semanas, títulos alemanes como Cielo rojo sangre y el tercer ciclo de How to sell drugs online (fast) llegaron a Netflix, convirtiéndose en algunos de los más vistos en la plataforma. Un listado al que se suma La isla negra esperando tener la misma suerte.
Y esta película germana, dirigida y escrita por Miguel Alexandre lo hace apostando por un relato anclado en el suspenso y que tiene como escenario una pequeña isla ubicada en el Mar del Norte. El cual parte con una inquietante escena inicial en una de sus playas.
Donde se ve cómo a una mujer que estaba observando aves la ataca un gran perro, supuestamente a instancias de alguien que mira desde la lejanía. Las muertes aumentan cuando esa misma desconocida provoca que una pareja choque en su automóvil.
Dos hechos que, como ya sabe el público, se relacionan con Jonas Hansen (Philip Froissant), ya que él es nieto de la pareja de la primera víctima e hijo del matrimonio que chocó en la carretera. Última fatalidad que lo lleva a reencontrarse con su abuelo.
Este se llama Friedrich (Hanns Zischler) y le ofrece a su nieto, para recomponer su relación familiar, quedarse junto a él en la isla hasta que cumpla 18 años y decida su futuro. Una proposición que le permitiría seguir en parte con la rutina que conocía hasta ahora.
Un año después de la tragedia, se ve a Jonas asistir a una de las clases de su último nivel de secundaria, junto a sus amigos Florian (Sammy Scheuritzel), Jule (Lieselotte Voss) y Nina Cohrs (Mercedes Müller), con quien claramente tiene algo más que una amistad.
Una relación marcada por el peligro
Pero la aparición de la profesora reemplazante de la clase de Alemán marca un antes y un después en la vida del joven y su entorno más cercano. Ella es Helena Jung (Alice Dwyer), la misma mujer detrás de los “accidentes” del inicio y quien tiene un oscuro plan.
El que continúa poniendo en práctica al acercarse a Jonas más de los que un docente debe con un alumno, apareciendo de improviso en la playa en que él trota o alabando su incipiente poseía. Hasta que logra seducirlo y envolverlo en una apasionada relación.
Sin embargo, Nina comienza a descubrir diferentes situaciones que la hacen desconfiar de Jung; como que su presencia hace que el abuelo de Jonas, quien es el director de la escuela, se desmaye y cuando la descubre saliendo a escondidas de la casa del chico.
Lo que hace que la muchacha empiece a investigar el vínculo de Helena con Friedrich y el pasado de la isla, haciendo que la profesora se sienta acorralada y libere nuevamente su lado asesino. Del que Jonas es potencial víctima hasta que logra comenzar a atar cabos.
Un camino de muertes y peligros que nace de un traspié del pasado de unos de los personajes y que provoca el deseo de venganza por parte de una protagonista que claramente tiene algunos problemas mentales, y no se detendrá hasta lograr su objetivo.
Del cual es testigo directo el espectador desde los minutos iniciales de La isla negra, convirtiéndose en un cómplice en las sombras de Helena. Una apuesta narrativa que hace que la cinta sea predecible y pierda tensión, aunque no por ello magnetismo gracias a su ambientación y actuaciones.