Sin lugar a dudas que a pocos dejará indiferente el título de la nueva apuesta juvenil de Netflix, ya que es difícil asociar a una religiosa con la violencia. Sin embargo, La Monja Guerrera va más allá de estos conceptos al redibujar la historia original en que se basa.
Su origen es el cómic estadounidense Warrior Nun Areala, publicado por primera vez por Ben Dunn en 1994, teniendo como inspiración el manga japonés -en un estilo bautizado amerimanga- y como eje las aventuras de una religiosa que porta el espíritu de una valkiria.
En éste, la Hermana Shannon Masters se transformaba en parte de la Orden de la Espada Cruciforme, y sus Monjas Guerreras, y en el recipiente del espíritu de Areala, una valkiria convertida a la fe cristiana y que combatía al mal en nombre de la Iglesia Católica.
La nueva Monja Guerrera
En su versión 2020, la aventura deja las calles de Nueva York de la historieta original y se traslada al sur de España, donde Ava Silva (Alba Baptista) ha pasado la mayor parte de su vida en la cama de un orfanato, luego de quedar cuadripléjica y sin familia tras un accidente.
Pero su corta existencia finaliza a los 19 años, cuando muere durante el sueño y la envían a la iglesia local. Al mismo tiempo, un grupo de Monjas Guerreras llega a este lugar sagrado con su líder malherida, luego de que las embosca un grupo criminal.
Aquí, al ver que su jefa no sobrevivirá a las heridas provocadas por el metal conocido como divinium, las religiosas deben quitar de su espalda el elemento que le otorga poder: el halo o aureola que, en la época de las Cruzadas, Areala de Córdoba recibió del ángel Adriel.
Tras la extracción del halo y la posterior aparición de un demonio, el elemento celestial llega “accidentalmente” al cuerpo de Ava, resucitándola. Sin embargo, antes de que la encuentren las monjas, ella escapa para disfrutar de esta nueva oportunidad de existir.
Entre lo humano y lo divino
Con Ava revivida y dispuesta a experimentar su tardía adolescencia y el poder caminar, se inicia el relato de La Monja Guerrera, una producción juvenil que apuesta por el empoderamiento de su protagonista y de las mujeres que más tarde la acompañarán.
Así, la serie creada para Netflix por Simon Barry (Continuum) no solo traslada su acción y cambia el origen de los poderes de su personaje central, sino que además deja relegadas la violencia pura y la carga sexual del personaje que eran parte central de la historieta.
Porque si bien las religiosas son capaces de luchar contra demonios y criminales con sus armas y golpes, aquí también es importante cómo ellas enfrentan sus conflictos personales y las dificultades que experimentan dentro de la orden religiosa y una patriarcal iglesia.
Algo especialmente patente en Ava, quien desde sus primeros minutos como portadora del halo y su gran poder -que le permite luchar, levitar, sanar heridas y atravesar paredes-, vacila de la misión que Dios le habría encomendado y solo quiere ser una chica “normal”.
Nueva antagonista
Un camino lleno de dudas en el que contará con el apoyo del Padre Vincent (Tristán Ulloa), Mary (Toya Turner) y la Hermana Beatrice (Kristina Tonteri-Young), y algo de oposición por parte de la Madre Superiora (Sylvia De Fanti) y el Cardenal Duretti (Joaquim de Almeida).
A lo que se suma además un gran cambio en uno de los antagonistas del cómic: al industrial y satanista Julian Salvius lo reemplaza en la serie Jillian Salvius (Thekla Reuten), una genio de la tecnología que desafía frontalmente el poder del Vaticano.
En resumen, La Monja Guerrera viene a sumarse de buena forma a la oferta de series juveniles basada en cómics -como The Umbrella Academy o El mundo oculto de Sabrina-, con su singular y femenina mirada a una heroína que se debate entre lo humano y lo divino.