Como Una película de miedo se reía de varias cintas de terror o Johnny English de las de James Bond, la nueva miniserie La mujer de la casa de enfrente de la chica en la ventana -sí, ese es su extenso título- viene a darle una ácida mirada a conocidos thrillers.
Entre los que se sitúan La mujer en la ventana, con Amy Adams, y La chica del tren, con Emily Blunt, los cuales comparten el hecho de que sus protagonistas son mujeres que tal vez estén imaginando cosas y además se basan en exitosas novelas de suspenso.
Pero la apuesta original de Netflix, creada por Hugh Davidson, Larry Dorf y Rachel Ramras, va más allá y toca con su parodia a muchos otros títulos que llevan el thriller psicológico a la pantalla, apostando por lugares comunes y personajes estereotipados.
Y lo hace a través de ocho capítulos centrados en Anna (Kristen Bell), quien vive en un tranquilo barrio y pasa sus días en un sillón frente a la ventana que la deja contemplar a los vecinos, siempre en bata, junto a un libro y una gran copa de vino tinto.
Una “actividad” con la que llena su existencia luego de perder a su hija Elizabeth (Appy Pratt) en un accidente, alejarse su marido Douglas (Michael Ealy) y dejar su pasión por la pintura; lo que sustituyó por incontables botellas de alcohol y tranquilizantes.
La cual por momentos abandona para ver los avances de Buell (Cameron Britton) con el arreglo del buzón en su entrada y se deja llevar por su imaginación, transportando a su desaparecida hija al colegio ante la mirada de desagrado de las otras madres.
Los vecinos que cambian su rutina
Sin embargo, algo viene a cambiar su rutina por completo: la llegada de nuevos inquilinos a la casa de enfrente, quienes son Neil (Tom Riley), un viudo de acento británico, y su hija Emma (Samsara Leela Yett), quien tiene la misma edad que habría tenido Elizabeth.
Lo que hace que la protagonista decida darles la bienvenida con una cacerola de su guiso de pollo, que decide llevar sin previo aviso. Pero ella no cuenta con que al cruzar la calle comenzará a llover y será afectada por su ombrofobia o miedo a la lluvia.
Aunque las cosas finalmente no resultan tan mal, porque la ayuda Neil, entablando una cordial relación que para Anna podría ser algo más hasta que aparece Lisa (Shelley Hennig), la novia de Neil que trabaja como sobrecargo en una línea aérea.
Esto hace que la heroína de la historia vuelva a su rutina, a sus pastillas y vino, nunca llegando a estar tan borracha aunque sí confundida. Estado en el que se convierte en testigo de un grave hecho a través de su ventana: el asesinato de Lisa.
Lo que la lleva a llamar de emergencia a la policía para luego desvanecerse, despertando cuando los oficiales se presentan en su casa y le afirman que no ha sucedido ningún crimen. Pero Anna está convencida de lo que vio e inicia su propia investigación.
Todo en medio de absurdas situaciones, como cuando Douglas lleva a su hija a su trabajo con asesinos seriales, y la destacada actuación de Bell, quien transita sin problema de la comedia al suspenso. A lo que se suma un imperdible cameo en el final de esta singular y atractiva serie.