Tenía que ocurrir. Los primeros meses de 2019 Netflix nos acostumbró a disfrutar con excelentes estrenos originales —como Sex Education, Muñeca Rusa, The Umbrella Academy y Tu Hijo—, pero la semana que acaba de pasar fue toda una decepción.
Y cuando decimos decepción, nos referimos específicamente al estreno de La Orden Secreta (en inglés: The Order), una serie de 10 capítulos creada por Dennis Heaton y Shelley Eriksen con un argumento confuso, difícil de digerir y muy poco novedoso.
A eso se suma un elenco de paupérrimas actuaciones, en el que los únicos roles “rescatables” son los de sus protagonistas Jack Morton (Jake Manley, conocido por sus papeles en iZombie y Heroes Reborn) y Alyssa Drake (Sarah Grey, que encarnó a Amanda en Power Rangers la película). Eso porque, sinceramente, no hay personajes secundarios que ayuden a mejorar en algo la trama.
La historia
Su argumento sigue a Jack Morton, un joven y prodigioso estudiante que es aceptado y becado en la Universidad de Belgrave, donde siempre había soñado estudiar. Esto porque en esta universidad se encuentra la Orden Secreta de la Rosa Azul, una especie de hermandad casi mitológica que se dedica al estudio y utilización de la magia negra, la misma que, al parecer, dio muerte a la madre de Jack en su niñez.
Al entrar a la universidad conoce a Alyssa, una de las estudiantes más aventajadas del lugar que, misteriosamente, también es parte de la Orden Secreta. Con ella como tutora, Jack se sumergirá en un mundo en que la magia rodea a todos los seres vivos y que se ve amenazado por unas peludas y salvajes criaturas: los hombres lobo.
A medida que la —bastante confusa— trama avanza, Jack irá descubriendo una serie de hechos que se vinculan casi directamente con la muerte de su madre, a quien desea vengar. Así, llega a enfrentarse casi directamente con la mágica Orden Secreta.
Hay que decir que toda la historia se desarrolla casi de golpe, sin pausas que permitan asimilar lo ocurrido, y sin el soporte de una banda sonora de calidad que le otorgue la emotividad necesaria a cada escena (para ser claros, no hay tensión, ni pena, ni miedo, ni romance, ni nada).
Y, aunque está catalogada como un drama, lo cierto es que está más cerca de la comedia de terror, al más puro estilo de la película Lo que hacemos en la sombras, pero con un humor satírico que pocas veces consigue dibujar una sonrisa en el rostro del espectador.
¿Vale la pena verla? Para nosotros no, pero si quieres verla, ya está disponible su primera temporada completa en Netflix.