Para quienes les gustan las series de comedia con capítulos de corta duración Living With Yourself es una opción innovadora e interesante.
Si bien se define como un contenido para reírse a carcajadas, grandes dudas existenciales le dan matices tragicómicos a la historia, por lo que se transformará en una serie de ocho capítulos en la que no sabrás si reír o llorar.
Atrapado en la rutina, Miles Elliot (Paul Rudd) es un publicista que pasa por una mala racha en su vida personal y laboral. Su desmotivación con el trabajo y la presión de su esposa Kate (Aisling Bea), para que pronto sean padres, hacen que él viva casi por inercia.
Sin ideas y sin voluntad de ser padre, Miles actúa como si evitara sus problemas. De hecho, su matrimonio está en la cuerda floja por su incapacidad de conversar sobre lo que le ocurre.
Pero ve una luz de salvación, porque a Dan (Desmin Borges), colega de trabajo del protagonista, le pasaba exactamente lo mismo, pero se sometió a una innovadora terapia oriental que le permitió volver a sonreirle a la vida nuevamente.
Todo parece cambiar, pero no
Después de conocer el secreto detrás del cambio de actitud de su compañero, el protagonista decide ir al spa de élite que le recomienda Dan.
Allí dos hombres de origen asiático le aseguran que, previo un pago de cincuenta mil dólares por ese exclusivo tratamiento, él será una mejor versión de él mismo.
Si bien se cumplió lo que prometieron, un error en el procedimiento hará que todo se complique aún más. Ahora ya no es solo un Miles, ahora son dos. Uno optimista y el otro pesimista.
En un mundo donde el tiempo es lo que más falta, un clon puede ser una bendición para cualquier persona, pero para este pesimista será un gran dolor de cabeza.
Aunque hay situaciones hilarantes en la serie, los mensajes y analogías con la vida moderna de los personajes desaniman hasta al espectador más entusiasta. Vivir en función a ser una mejor persona, por lo que se ve en este serie, es algo bastante agotador.