En 1992, tras El escándalo Blaze, Ron Shelton retomó las cintas deportivas con Los blancos no saben saltar, el filme con Woody Harrelson y Wesley Snipes declarado uno de los mejores sobre básquetbol.
Una ubicación de importancia entre los largometrajes del género, difícil de igualar, que tal vez impidió que la historia concebida por el mismo Shelton no fuese revisitada antes en pantalla.
Un desafío que a más de 30 años del estreno de la película original asume Calmatic, el realizador de videoclips que ya había debutado en el mundo del cine con House party (2023).
La que también es un remake del título homónimo de 1990, que claramente le dio la valentía para asumir el reto de reinterpretar la clásica trama sobre baloncesto callejero y estafa.
Para lo que decidió que el drama debería asumir más protagonismo que la comedia original, reformulando el entorno familiar, el pasado y los traumas de su pareja protagónica interracial.
En encuentro de los dispares Jeremy y Kamal
Una de las características diferenciadoras, y no por ello más eficientes, del título que se suma al catálogo de Star+, que también incluye el clásico con la firma de Shelton, Snipes y Harrelson.
Un remake que nuevamente toma la ciudad de Los Angeles como escenario, donde se conoce a Jeremy (el rapero Jack Harlow), un ex basquetbolista que se retiró tras lesionarse las rodillas.
El que vive junto a su novia, la bailarina reconvertida en coreógrafa Tatiana (Laura Harrier), mientras entrena a novatos, vende jugos desintoxicantes, medita y engaña a varios con su palabrería.
Pero también habita Kamal (Sinqua Walls), ex promesa del baloncesto que trabaja como repartidor para ayudar a mantener la casa que comparte con su esposa, la peluquera Imani (Teyana Taylor).
Y es en uno de los gimnasios de la ciudad en que coinciden los opuestos Jeremy y Kamal, quienes, luego de un accidentado primer encuentro, terminan asociándose deportivamente.
Una sociedad que se convierte en amistad
Ya que se realizará un encuentro amateur que los haría ganar el dinero necesario para solventar algunos de sus problemas económicos, en el inicio de una alianza que dará paso a la amistad.
Donde, como es de esperar, el místico Jeremy tratará de ayudar a Kamal en los problemas de ira que arruinaron su carrera, y este último se reencontrará con su amor por el deporte.
Al mismo tiempo que ambos lidian con algunos conflictos con sus respectivas parejas y la cinta hace su pequeño homenaje a la original Los blancos no saben saltar, con lugares y personajes.
Entre los que se cuentan la famosa Venice Beach y Harry Perry, el guitarrista en patines que es una leyenda en esa playa, como también la cancha de básquetbol del barrio de Watts.
En el apartado nostálgico de una película que reencauza la clásica historia sobre deporte y engaño, apostando por el sentimentalismo y un buen elenco que eleva el nivel de la trama.
Donde destaca Sinqua Walls como Kamal, y Jack Harlow, quien demuestra que también puede actuar y saltar, sin olvidar al desaparecido Lance Reddick como el enfermo padre del primero.