El drama familiar se combina con el narcotráfico en Mano de hierro, la serie española de Netflix, creada por Lluís Quílez, que se centra en los negocios de Joaquín Manchado.
El personaje encarnado por el veterano Eduard Fernández que guía una trama de ocho episodios, donde el suspenso y la violencia envuelven a este empresario y sus cercanos.
Quien refleja de manera simbólica y literal el conocido término “mano de hierro”, ya que desde hace varios años usa una prótesis de metal en su brazo izquierdo.
Y además maneja con firmeza la principal terminal -la A- del puerto de Barcelona, lo que le sirve para sostener allí transacciones comerciales legales y otras muy lejos de la ley.
Ya que con la red criminal que construyó ha convertido al muelle catalán, que recibe 70 millones de toneladas de mercancía al año, en el sitio ideal para traficar cargas ilegales.
La importante carga que llega a puerto
Como los kilos de cocaína que llegan de distintos rincones del mundo, de los cuales los controles policiales solo han incautado cantidades menores, como un 10% en 2023.
Lo que convirtió a Ciudad Condal -como también se conoce a Barcelona- en la principal puerta de entrada europea para el narcotráfico y a Manchado en su pieza clave.
Dándole dinero y poder hasta que las cosas comienzan a salirse completamente de control, luego de que arriba a puerto el buque Tampico con un importante contenedor.
El que fue bautizado como “el correo del zar”, por la carga que lleva: decenas de muñecas rusas, o matrioskas, que son la fachada de cuatro toneladas de pasta base.
La que fueron enviadas desde México a un mafioso italiano, bajo la supervisión de Manchado y sus hombres, entre los que se cuenta su hermano Román (Sergi López).
Otras figuras de una tensa trama
Además de su yerno Nestor (Jaime Lorente) y Víctor (Chino Darín), un operador de grúa que en realidad es un policía infiltrado, como se revela en el primer capítulo.
Sin embargo, dos incidentes claves marcan el desbarajuste para el clan Manchado: el grave accidente que sufre Joaquín y la desaparición del “correo de zar”, en una misma noche.
Lo que marca el punto de inflexión de una narración tensa, que cocina su suspenso a fuego lento, dándole a la serie un ritmo pausado, que se quiebra con momentos de violencia.
La que combina los hechos del presente con los del pasado, con pasajes de la juventud del capo del puerto y su hermano, y otros revelando cómo Víctor llegó a trabajar para él.
Donde también están involucrados, de diferente forma, los hijos de Manchado, el ludópata Ricardo (Enric Auquer) y la encargada de la torre de control, Rocío (Natalia de Molina).