Desde que debutaron sus ocho capítulos por HBO Max, a la par del estreno semanal de un episodio por HBO, María Marta: el crimen del country se convirtió en favorito del público latinoaméricano.
Lo que no es extraño si su espina dorsal es el bullado crimen que ocurrió a fines de 2002 en el country Carmel, un barrio privado en las afueras de Buenos Aires donde fue asesinada una vecina.
El mismo que hace dos años inspiró la docuserie Carmel: ¿quién mató a María Marta?, de Netflix, que mostró al mundo el caso de la socióloga argentina de 50 años que hasta hoy es un enigma.
El cual sacudió a la opinión pública transandina y fue la comidilla de los medios de comunicación por meses, y hoy retoma en el espacio de HBO/HBO Max, reviviendo su historia con algo de imaginación.
Como lo deja en claro el inicio de cada uno de sus ocho episodios, cuando aparece en pantalla la frase “la siguiente es una serie de ficción basada en hechos reales”, ya que se modificaron elementos.
Un crimen con varios sospechosos
Cambios como el sitio del suceso, que de Carmel pasa a ser Querandíes, o el nombre del fiscal que se convierte en un antagonista: Marcos del Río (Mike Amigorena), en la realidad Diego Molina Pico.
Sin embargo, el hecho esencial se presenta de la misma forma, desde su marido Carlos Carrascosa (Jorge Marrale) halla a María Marta García Belsunce (Laura Novoa) en el baño de su casa.
Cuando supuestamente tuvo un accidente y se golpeó la cabeza -quizás con una de las llaves de la tina-, quedando con esta sumergida en el agua, de donde su esposo la saca y la coloca en el suelo.
El lugar donde recibe los primeros auxilios, pero muere a los minutos, desatándose una serie de inusuales reacciones entre sus familiares, que los llevan a ser sospechosos de la muerte de María Marta.
Ya que no había recibido un golpe, sino seis disparos en su cabeza. Un crimen que el fiscal Del Río atribuye a Carrascosa y por el cual este debe cumplir condena, aunque no se haya comprobado su autoría.
Las diferentes miradas al caso
Un asesinato que a juicio de sus hermanos podría haber sido perpetrado por su antisocial vecino Matías Centeno (Nicolás Francella), quien en la realidad es Nicolás Pachelo, el actual enjuiciado por el suceso.
En el desarrollo de un caso criminal con más dudas que certezas, que en la ficción se revive en dos líneas temporales (2002/3 y 2011) y que le da más protagonismo a las blogueras que siguieron la causa.
Al mismo tiempo que juega con la culpabilidad de los diferentes sospechosos, haciendo que por momentos las actitudes de Carrascosa despierten suspicacias o que Centeno se ubique lejos de la autoría.
Lo que de manera inteligente y jugada hace que el espectador tenga la oportunidad de hacer sus propias lecturas del caso, en especial si no se sabe mucho de este y tampoco se vio el documental de 2020.
Lo que convierte a la serie en un interesante puzzle policial, de ambientación y factura impecables, además de actuaciones como la de Marrale, que recrea de buena forma un crimen aún sin culpable/es.