Una de las más particulares miradas a la infancia retorna a la pantalla con Matilda, de Roald Dahl: el musical, la película basada en la obra de Dennis Kelly y Tim Minchin para la Royal Shakespeare Company.
La que debutó en el West End londinense en 2011 con su revisión a la novela de 1988 del famoso autor británico que también dio vida a clásicos como Las brujas y Charlie y la fábrica de chocolate.
Una nueva versión de las vivencias de la vivaz Matilda Wormwood que fue convertida en largometraje por Matthew Warchus, para debutar en salas de cine y ahora llegar al mundo vía Netflix.
La cual guía su ágil y conmovedor como divertido relato a través de las canciones y bailes, teniendo algunas diferencias con la obra original de Dahl, como que ya no tenga un hermano mayor.
Pero si mantiene la astucia y resiliencia de su joven protagonista, como también la ineptitud y total despreocupación de sus padres, en especial su mamá, en quien se enfoca el inicio de la narración.
Cuando llega de urgencia a una maternidad, claramente a punto de dar a luz, pero se niega al hecho de ser madre, mientras a su alrededor las otras parejas alaban a sus hijos e hijas con una canción.
La llegada de Matilda a Crunchem Hall
Sin embargo, los años pasan y la hija de los Wormwood (Stephen Graham y Andrea Riseborough) es ya una niña -encarnada por Alisha Weir- que debe soportar la indiferencia de sus progenitores.
Mientras se dedica a expandir su mente con los libros que tiene la Sra. Phelps (Sindhu Vee) en su biblioteca. Pero su rutina cambia luego de que a sus padres los obligan a enviarla al colegio.
Así llega a Crunchem Hall, la escuela que con mano dura dirige Agatha Trunchbull (Emma Thompson), la ex lanzadora de bala que piensa que el mundo sería mejor sin niños.
La que somete a los alumnos a terribles castigos, al mismo tiempo que la preocupada señorita Honey (Lashana Lynch) trata con cariño de expandir las mentes de sus alumnos.
Y en especial sacarle partido a la inteligencia de la brillante Matilda, mientras entabla una cercana relación con la niña en el corazón dramático de una narración donde también hay lugar para la comedia.
En el entretenido y emocionante reencuentro fílmico con la creación de Dahl, que Danny DeVito ya llevó al cine en 1996, que puede ser disfrutado en familia y en especial por los amantes de los musicales.