La vida real nuevamente inspira una película, en este caso Milagro azul. La realización original de Netflix que lleva a la pantalla un caso que ocurrió hace algunos años, luego de que el huracán Odile azotara a Los Cabos, en México, en septiembre de 2014.
Cuando entre los daños que dejó a su paso se contaban los que sufrió Casa Hogar, orfanato de Cabo San Lucas que acogía a los niños necesitados del lugar. Pero gracias a la intervención de un empresario, la institución participó en una competencia que cambió todo.
Este fue el torneo de pesca Bisbee’s Black & Blue, que ahora es parte central de Milagro azul, cinta que debuta por la plataforma de streaming bajo la dirección de Julio Quintana. La cual inicia su relato en agosto de 2014, poco antes de que la fuerza de la naturaleza se haga notar.
Cuando Omar (Jimmy Gonzalez) y su esposa Becca (la chilena Fernanda Urrejola) batallan como tutores para mantener Casa Hogar y al grupo de niños que allí viven. Algo que se torna imposible después que el huracán asola la península de Baja California.
Esto deja a la pareja y los pequeños y adolescentes a su cargo, entre los que se cuentan Tweety (Steve Gutierrez), Wiki (Isaac Arellanes), Hollywood (Nathan Arenas) y Geco (Anthony Gonzalez), a punto de perder su hogar por la gran deuda que tienen con el banco.
Ante esto, Omar va a pedir ayuda a Wayne Bisbee (Bruce McGill), el ideólogo de la competencia de pesca que siempre ha apoyado al orfanato. Al mismo tiempo que llega para inscribirse en el torneo el veterano Capitán Wade Malloy (Dennis Quaid), pero sin equipo.
Un gran desafío en medio del mar
No pasa mucho tiempo para que Bisbee encuentre una solución para Omar y sus chicos, como también para Malloy, quien ha sido dos veces campeón del encuentro de pesca, haciendo que se unan para los tres días de competencia en las aguas del Pacífico.
Pero Malloy pone una condición: si llegan a ganar, él se lleva la mayor parte del premio.
Una actitud no muy extraña para alguien que no dudó entre estar en altamar o pasar más tiempo con su propio hijo, y al que solo soporta su ayudante Chato (Silverio Palacios).
Así, junto a Malloy y Chato, Omar y sus protegidos -Wiki, Hollywood, Geco y el recién llegado Moco (Miguel Angel Garcia)-, se hacen a la mar en la desvencijada embarcación que posee “el gringo”, para poder pescar el marlín azul más grande que puedan encontrar.
Una tarea para nada fácil que los llevará primero a “pescar” basura y a que después un espécimen se escape tras un accidente con dos de los chicos. Lo que pone al improvisado equipo frente a varios problemas, al mismo tiempo que nace entre ellos un especial vínculo.
Gracias al cual Moco y Geco logran superar sus diferencias, Wade puede demostrar que también tiene sentimientos y Omar enfrenta su gran trauma de infancia. Todo en medio de un relato de tono medido y cálido, que evita que la cinta se hunda en el melodrama fácil.
A lo que se suma la fotografía de Santiago Benet Mari -que ya había trabajado con Quintana en El navío-, que logra que tanto las tomas en el mar como en tierra firme iluminen a Milagro azul. Una cinta sin estridencias y con un esperanzador mensaje, especial para ver en familia.