Misa de medianoche: la inquietante nueva serie del creador de La maldición de Bly Manor
Mike Flanagan es el responsable del espacio original de Netflix que a través de siete capítulos muestra una historia donde el terror se mezcla con la religión y los milagros.
Con La maldición de Hill House y La maldición de Bly Manor, el realizador estadounidense Mike Flanagan vino a hacer historia con el género del terror en la pantalla chica. De la cual escribe otra inquietante página con su nueva creación para Netflix: Misa de medianoche.
La serie original con la que Flanagan deja atrás señoriales y embrujadas casonas, como también la inspiración en novelas; que en el caso de los anteriores espacios se trataban de libros de Shirley Jackson (La maldición de Hill House) y Henry James (Otra vuelta de tuerca).
Ya que ahora Flanagan es el creador de la historia de los siete capítulos que conforman Misa de medianoche y su relato que tiene como escenario la Isla Crockett y su menguante población de poco más de 120 habitantes, que en su mayoría viven de labores relacionadas con la pesca.
Pero los minutos iniciales de su primera emisión se ambientan en tierra firme, donde Riley Flynn (Zach Gilford) provoca la muerte de una jovencita después de chocar alcoholizado el automóvil de la chica. Hecho por el que lo condenan a cuatro años de cárcel.
Después de los cuales, e interminables noches en que se dormía con la imagen de su víctima todavía con los vidrios del parabrisas en su rostro, Riley retorna a su hogar en la Isla Crockett, donde lo espera impaciente su religiosa madre Annie (Kristin Lehman).
Los nuevos y retornados habitantes de Crockett
La cual reza a diario por su retorno, mientras su marido Ed (Henry Thomas) y su hijo menor, el adolescente Warren (Igby Rigney), continuan con sus rutinas. Pero el mayor de los hermanos Flynn no es el único que retorna a su pueblo de infancia.
También lo hizo hace un par de años Erin Greene (Kate Siegel), quien coincidentemente fue novia de Riley en su juventud y hoy habita la casa que una vez compartió con su abusiva madre, mientras trabaja como profesora y disfruta de su primer embarazo.
Dos “hijos pródigos de Crockett” que se suman los nuevos habitantes de la isla: el Sheriff Hassan (Rahul Kohli), y el Padre Paul Hill (un preciso Hamish Linklater), quien llegó a reemplazar por un tiempo al anciano Monseñor Pruitt en cuanto se recupera de una enfermedad.
Una llegada inesperada que viene a dar nueva vida a la parroquia católica del lugar, ya que el sacerdote, con la ayuda de la beata Bev (Samantha Sloyan), se enfoca en ayudar a su comunidad, con los enérgicos sermones que ofrece en su homilía y más directamente.
Como en el caso de Riley, por el que instaura el primer grupo de Alcohólicos Anónimos de la isla para que mantenga su libertad condicional, y en el de la anciana madre de la Dra. Gunning (Annabeth Gish), visitándola a diario para darle la comunión.
El horror de lo sobrenatural y del fanatismo
Sin embargo, el Padre Hill tiene un plan mayor para los feligreses: hacer que los milagros sean parte de sus vidas. Así es como en medio de una misa insta a la adolescente Leeza (Annarah Symone), quien está en silla de ruedas por un disparo, a levantarse y caminar.
Un hecho que para los religiosos -la mayoría de los habitantes de Crockett- es visto como la natural recompensa para sus oraciones, pero en los menos creyentes, como Riley, enciende las alarmas, más cuando algunos vecinos parecen rejuvenecer de un día para otro.
Distintas situaciones que se van presentando de forma pausada a lo largo de los capítulos iniciales de Misa de medianoche, con el mismo ritmo casi fatigado en que vive una comunidad que ya no se sorprende demasiado con que aparezcan decenas de gatos muertos en su costa.
En una narración en la que Flanagan deja de lado los espectros y los reemplaza por otro tipo de ser sobrenatural -igual de escalofriante-, pero donde también el temor es generado por un sentido religioso al borde del fanatismo y la intolerancia de varios personajes.
Donde además queda de manifiesto la creatividad del realizador al hacer de Misa de medianoche una apuesta muy diferente a lo que ya había ofrecido, que lleva al espectador por un inquietante camino, cuyo clímax se toma su tiempo en llegar. Pero cuando lo hace, lo confirma como uno de los nombres esenciales del horror actual.
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