Misterio a Bordo: Así es esta intrigante comedia con Adam Sandler y Jennifer Aniston
Adam Sandler y Jennifer Aniston protagonizan en Netflix Misterio a Bordo, una comedia policial con toques de suspenso, a lo Agatha Christie, que resulta entretenida.
Misterio a Bordo (Murder Mystery, en su título original) es de esas cintas que se aman o se odian. Eso, porque su protagonista, Adam Sandler, tiene su buena fanaticada, pero también muchos detractores que no le hallan gracia alguna (me incluyo y lo confieso).
Lo bueno es que la coestrella de Sandler es la adorable Jennifer Aniston. Además, la trama entretiene con su mezcla de comedia y suspenso, muy al estilo de las intrigas de Agatha Christie, en un tono menor, claro está.
Después de ocho años, Sandler y Aniston vuelven a actuar juntos (la última vez fue en Una esposa de mentira) para encarnar a una peluquera y a un policía, chapucero y chistocito, casados hace 15 años. Desde el matrimonio que él le viene prometiendo a su esposa un viaje a Europa y cuando cumple, el periplo se convierte en una aventura, una mala aventura.
En el avión, Audrey (Aniston) conoce a Charles Cavendish (Luke Evans), un dandy, refinado y pintoso, que la invita junto a su marido Nick (Sandler) a recorrer el Viejo Continente a bordo de un yate de lujo.
Es en ese viaje que estos gringos conocerán al dueño de la embarcación, el millonario Malcolm Quince (Terence Stamp, magnífico como siempre, aunque su rol sea mínimo), quien ha reunido ahí a sus cercanos para revelarles lo que va a hacer con su testamento.
Lo cierto es que los planes de Quince le caen pésimo a todos los invitados, menos a la pareja gringa que poco y nada tiene que ver con esa reunión. Aparecen los gritos, los reclamos, un corte de luz y la muerte del millonario, a quien le clavan una daga en la oscuridad.
Sospechosos e investigadores
Audrey y Nick se transforman en sospechosos del asesinato y en el afán de descubrir a los verdaderos culpables, presencian otros crímenes, elaboran cuidadas teorías (sobre todo ella, más vivaz y fanática de las novelas policiales) y viven situaciones hilarantes que de vez en cuando sacan risas.
Menos divertido es cuando el Nick de Adam Sandler atosiga a su esposa con bromas y tallas fomes y repetitivas, fórmula que cansa, sobre todo a los que no son fans del actor.
El director, Kyle Newacheck, logra darle un ritmo ligero y ágil a la trama. Todo se desencadena rápido y no hay demasiadas vueltas ni cabos que desatar, lo que hace que el filme sea entretenido hasta el final.
En resumen, se trata de una buena apuesta, filmada en Portofino (Italia), para ver con un paquete de cabritas en una mano y el control remoto en la otra. Un guiño, además, a la gran Agatha Christie y a su novela Asesinato en el Expreso de Oriente, aunque aquí los hechos ocurran en un yate.
Si Adam Sandler no es santo de tu devoción, es mejor abstenerse, porque aquí abusa, como casi siempre, de un humor burdo, soso, hasta confuso.
Jennifer Aniston, en cambio, ilumina la pantalla con su chispa y carisma. No necesita el chiste fácil para generar simpatía y sacar sonrisas. Habría que preguntarle, además, cómo lo hace para mantenerse tan bien y natural a los 50 años.
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