Misterios sin resolver: volumen 2, nuevos casos para la renovada mirada de Netflix al clásico del suspenso
La primera temporada del reinicio de la famosa serie se completa con seis narraciones en torno a investigaciones policiales no solucionadas y apariciones paranormales.
A principios de julio pasado, debutó en Netflix el reboot de Misterios sin resolver, la serie que hace más de tres décadas marcó un antes y un después de la realidad en pantalla, para compartir con viejos y nuevos espectadores sucesos reales marcados por el enigma.
Un reinicio que se dividió en dos temporada, con seis episodios cada una, y que arribó a la plataforma con novedades. Entre ellas el que ya no tiene conductor, que ofrece solo una historia por emisión y que va más allá de las fronteras de Estados Unidos.
Así, en su primera etapa el espacio mostró el relato que se centra en una familia francesa, cuyo patriarca habría matado a su esposa y cuatro hijos para luego desaparecer, y ahora viaja hasta Japón y Noruega para revivir misteriosas historias ocurridas en su territorio.
Sin embargo, el capítulo inicial de este Volumen 2 se ambienta en la localidad estadounidense de Wilmington, Delaware, específicamente en el basural en que el 31 de diciembre de 2010 encontraron el cadáver de un hombre de unos 60 años de edad.
El mismo que al que se pudo reconocer por el anillo que tenía en una de sus manos y que revelaba que había estudiado en la Academia Militar West Point. Su nombre era John “Jack” Parson Wheeler III, un veterano de Vietnam que asesoró a varios gobiernos.
Su cuerpo mostraba signos de haber recibido una golpiza y se halló días después de que saliera de la casa que compartía en Nueva York con su segunda esposa. Antes de su muerte, que aún no tiene un culpable, habría deambulado por New Castle y Wilmington.
Desapariciones y visitas desde el más allá
Pero el siguiente episodio sí abandona suelo norteamericano y llega hasta Oslo, la capital de Noruega, para mostrar un relato que se inicia el miércoles 31 de mayo de 1995, cuando una mujer se registró bajo el nombre de Jennifer Fairgate en el Plaza Hotel de dicha ciudad.
Tres días después hallaron su cuerpo sin vida sobre la cama de su cuarto, con un disparo que supuestamente ella misma se habría dado en la frente. Sin embargo, más tarde se descubrió que no era quien decía ser y que podría haber sido eliminada por terceros.
La segunda historia lejos de EE.UU. tiene como escenario el puerto japonés de Ishinomaki, al que en marzo de 2011 asoló un terremoto y un posterior tsunami, que dejó un saldo de miles de muertos. Muchos de los que luego habrían sido vistos como espectros.
Narraciones a las que se suman los casos de un asesino que logró evadir la cárcel en una salida por buena conducta y nunca más se halló; una dueña de casa que supuestamente se habría suicidado en un lago, y la desaparición de dos pequeños niños de Harlem.
Los que conjugan enigmas policiales sin resolver -de los que se destacan, por su nivel de intriga, el de la mujer en Oslo y el de los preescolares abducidos en un parque- con lo paranormal, al igual que cómo lo hacían las emisiones de la época clásica del programa.
Y que llegan a completar la primera temporada de este renovado y envolvente Misterios sin resolver, que a través de la plataforma de Netflix logró conquistar a nuevas generaciones de amantes de los enigmas de la vida real, dando además la oportunidad de verlo una y otra vez.
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