Mortal(Mortel, en su título original)acaba de llegar a Netflix para sorprender desde Francia. Una serie de sólo seis capítulos que captura a un público juvenil con una propuesta vertiginosa, bien filmada y con buena banda sonora, en que se mezcla el terror y el drama adolescente.
Aquí se entrelazan las vidas de tres estudiantes incompatibles que de una u otra forma se ven unidos por la magia del vudú, direccionados por un dios poderoso, engañoso y de mal humor, Obé, quien les otorga poderes a dos de los protagonistas: Sofiane (Carl Malapa) y Víctor (Némo Schiffman).
Todo comienza con Sofiane, un adolescente bastante problemático, tratando de encontrar a su hermano Reda, quien ha desaparecido. Es Obé quien tratará de ayudarlo para que dé con el paradero de Reda, plan en el que se ve involucrado Víctor, un chico con problemas psicológicos que recién se recupera de un intento de suicidio.
Ambos pactan en un rito de sangre, adquieren poderes y tratan de resolver el enigma del hermano de Sofiane, asunto en que también los puede ayudar otra chica del colegio, Luisa (Manon Bresch), cuya abuela le ha enseñado sobre magia negra y espíritus.
No salir de casa
El drama adolescente de la trama aborda también otros tópicos, como el “hikikomori”, esa práctica en que las personas evitan el contacto con la sociedad y prefieren permanecer en sus casas, en sus habitaciones, situación que ahora se está popularizando entre los adolescentes franceses.
Eso sí, tanta mezcla de temas y de personajes hace que la producción se torne un tanto confusa y que pierda el norte un par de veces.
La factura de la serie es buena, con una cámara nerviosa que nos lleva a un ritmo vertiginoso siguiendo los pasos de los protagonistas.
Aplausos también para las actuaciones y para el hip hop francés, rudo y a veces infernal, que refleja de buena forma las sensaciones de los personajes, que en general se desenvuelven en los barrios bajos y en cierto modo marginales, fuera de ese París turístico y siempre perfecto.