El 25 de febrero de 1964, cuatro importantes figuras afroamericanas de esos años coincidieron en una de las habitaciones del Hampton House Motel. De su conversación no quedó registro, pero One night in Miami reconstruye ese instante como una película.
Una charla que reunió al activista y ministro Malcolm X, a la estrella del fútbol americano Jim Brown, al cantante Sam Cooke y a Cassius Clay, poco antes de que el boxeador cambiara su nombre a Muhammad Ali y después de que derrotara a Sonny Liston.
Cita de la cual quedaron referencias en algunas de las biografías de sus protagonistas, pero que el dramaturgo, guionista y realizador Kemp Powers (Soul) ficcionó, transformándola en la obra de teatro homónima que debutó en 2013 en una sala de Los Angeles.
Y fue el mismo Powers quien siete años después la convirtió en el guión cinematográfico con el que Regina King debuta en la dirección y donde esa habitación es testigo de un encuentro que surge como celebración y muta a una conversación sobre raza, religión y política.
Una cinta que llega a Amazon Prime haciendo hincapié en su inspiración en una historia real y llevando al espectador hasta el Londres de 1963, cuando Clay (Eli Goree) se enfrentaba con Henry Cooper en el Estadio Wembley, hasta que algo llamó su atención y fue noqueado.
Un encuentro entre amigos
Unos meses después, Clay se encuentra en Miami, a pocas horas del match en el que enfrentará por primera vez al campeón Sonny Liston -al que él se refería como el “gran oso feo”-, en el Miami Beach Convention Center, ante la mirada de fanáticos y comentaristas.
Pero entre el público también se encuentran tres de sus amigos: el cantante de soul Sam Cooke (Leslie Odom Jr.), el futbolista Jim Brown (Aldis Hodge), quien además comenta la pelea, y el controvertido ministro de la Nación del Islam, Malcolm X (Kingsley Ben-Adir).
Este último es quien tiene la idea de que se reúnan a celebrar el triunfo del Clay ante Liston en el cuarto en que se aloja en el motel Hampton, bajo el resguardo de otros miembros de la Nación del Islam. Lugar hasta donde llega primero Cooke junto a su guitarra.
Pronto se le suman sus amigos y el artista tiene la oportunidad de consultar a Malcolm si esa es su idea de una “fiesta”. Tras aclararle a su invitado que es una reunión entre amigos y que en vez de alcohol puede comer helado, el activista encamina la conversación.
La que comienza centrada en el triunfo del boxeador, que aún está lleno de energía, pero pronto deriva a discusiones sobre sus opciones religiosas y creativas, como también sus diferentes miradas a la manera en que la sociedad de los blancos coarta sus libertades.
Entre el talento y la emoción
De esta manera se van revelando también sus personalidades, desde un conciliador Brown, pasando por un sorprendido Clay y un sensible Cooke, hasta un apasionado Malcolm, quien esconde los problemas que arrastra y que el público conoce antes que sus interlocutores.
La película se va construyendo así sobre una serie de diálogos que permiten a sus protagonistas desplegar un remarcable nivel de actuaciones, donde se destaca aún más el británico Ben-Adir como un Malcolm que pasa del adoctrinamiento a la fragilidad.
Y también el talento vocal de Hodge, quien entrega en la película su versión de clásicos del denominado Rey del Soul, como Chain gang -que debe interpretar a cappella en uno de los pocos flashbacks de la cinta- y la conmovedora A change is gonna come.
Pero por sobre todo, One night in Miami es el inmejorable debut de Regina King en la dirección, donde luego de demostrar su talento en Watchmen y El blues de Beale Street, se prueba y aprueba como la realizadora de una cinta que conmueve y llama a la reflexión.
Un largometraje que se centra en cuatro hombres que coinciden en un momento de notoriedad en sus diferentes opciones de vida, pero quienes por medio de una simple conversación exponen toda su humanidad, con el conflicto racial y sus heridas como eje.