Sin aviso ni mayor publicidad, esta semana se sumó al catálogo de Netflix en Latinoamérica una de las películas que más ha dado que hablar en los últimos meses, Otra ronda (Druk en su título original).
Eso, porque la cinta danesa compitió en los últimos Oscar en las categorías de Mejor Director y Mejor Película Extranjera. Y aunque no se llevó el primero, sí ganó el segundo, aumentando en varias partes del mundo el interés por verla.
Ahora se puede disfrutar en la plataforma de streaming este largometraje que dirige y coescribe Thomas Vinterberg, el realizador danés que se hizo conocido por ser parte del controvertido movimiento Dogma 95, al que se sumó con la la cinta La celebración (1998).
Más de dos décadas más tarde el director volvió a conquistar a la crítica con Otra ronda y su historia que protagoniza un grupo de amigos que trabajan como profesores en una escuela.
Ellos son Martin (Mads Mikkelsen), Tommy (Thomas Bo Larsen), Peter (Lars Ranthe) y Nikolaj (Magnus Millangj).
Es en la celebración de los 40 años de este último que comienzan a discutir sobre la teoría del psiquiatra Finn Skårderud, quien pleantea que tener un 0.05% de alcohol en la sangre vuelve a las personas más creativas y relajadas. Una conversación que, por supuesto, se da entre una copa y otra.
Otra ronda, por favor
Martin es el primer en intentar comprobar esta tesis, bebiendo incluso antes de comenzar sus clases de historia. Y comienza a tener resultados positivos, porque en algo empiezan a mejorar la cosas en su vida, en la que pese a estar casado y con dos hijos, predomina el hastío.
Luego se suman sus tres amigos, con los que comparten varias jornadas de borrachera, las que traen buenas y malas consecuencias.
El alcohol está presente en las casi dos horas que dura Otra ronda y lo que más se oye el sonidos de las copas y el de los líquido cayendo dentro de los vasos: cerveza, ron, vino, vodka y hasta un coctel que parece inofensivo, que en realidad no lo es.
Sin embargo, esta embriagadora película no va sobre el alcohol ni lo cuestiona, sino más es bien es una celebración de la vida y, especialmente, de las segundas oportunidades para vivir.
Una conclusión que queda más clara en su inolvidable escena final, donde Mikkelsen (Rogue One: una historia de Star Wars), soberbio con su actuación en toda la película, luces sus dotes con el baile.