Justo cuando los días empiezan a ponerse fríos, llega a Netflix la película española Pared con pared que es especial para ver una tarde de fin de semana bajo el abrigo de una manta.
Ya que la realización dirigida por Patricia Font claramente no fue hecha para la reflexión dramática, sino que esencialmente para distraer con su historia simple y cálida.
La que es muy predecible, pero por eso no menos atractiva para los románticos de corazón, al mostrar el encuentro de dos personas al parecer muy diferentes.
Una de ellas es Valentina, el personaje encarnado por la cantante barcelonesa Aitana en su debut en la actuación, en un rol desarrollado para mostrar su lado como intérprete.
Ya que originalmente su papel, tal como lo muestra la cinta francesa en que se basa este título español, Un peu, beaucoup, aveuglément! (2015), es sólo una pianista.
Los protagonistas de su trama
Sin embargo, en su versión hispana ella toca el piano, pero también canta en varios momentos del metraje para dejar contentos a sus fanáticos en la vida real.
Lo que para muchos puede ser un extra de esta realización, que además difiere del largometraje galo en la forma en que usa la comedia para desarrollar su trama.
Ya que su humor es menos absurdo y con menos gags que la original, apostando más que nada al atractivo de sus personajes, partiendo por Valentina y siguiendo por David.
El otro protagonista de la historia, interpretado por Fernando Guallar: un diseñador de juegos que desde hace tres años no sale de su departamento en un barrio de Madrid.
Un lugar en el que vive junto a su gato Murphy y además inventa los artilugios que luego vende en la tienda de juguetes que maneja su amigo Nacho (Adam Jezierski).
Unos vecinos en conflicto
El mismo que lo visita a diario para llevarle víveres y es testigo de la promesa de David de muy pronto sacar del departamento vecino a la nueva inquilina que toca el piano.
La cual es Valentina, quien se mudó hace muy poco luego de que terminara su relación romántica con Óscar (Miguel Ángel Muñoz), un director de orquesta algo petulante.
El mismo que la impulsó a convertirse en pianista y presentarse a un importante concurso, teniendo que ensayar a diario, como ya se dio cuenta su nuevo vecino David.
Así, la joven comienza a tocar el piano cada mañana, ya que en la tarde trabaja como mesera, mientras el ermitaño inventor trata de expulsarla con golpes siniestros.
Lo que lleva a una verdadera guerra de ruidos desagradables hasta que consiguen un acuerdo, que los impulsa a comenzar una relación que pronto se convertirá en algo más.
Aunque la pared que los separa, pero no aísla el sonido -al parecer los edificios de Madrid tienen problemas de construcción-, no deja que se conozcan hasta el final de la película.