Supervivencia es la palabra que caracteriza el trabajo de Joe Penna como director. En El Ártico, su ópera prima de 2018, un hombre buscaba sobrevivir a la inclemencia del Polo Norte, y ahora, en Pasajero inesperado, una tripulación espacial ve en peligro su vida.
Y si en la primera cinta era solo un individuo el que luchaba contra la naturaleza, en su incursión en la ciencia ficción -que se acaba de estrenar en Netflix– el brasileño también apuesta por pocos protagonistas: solo cuatro personajes enfrentados a un grave problema, a miles de kilómetros de la Tierra.
Sin embargo, todo tiene su punto de partida antes del lanzamiento de la nave MTS, cuando Zoe Levenson (Anna Kendrick), David Kim (Daniel Dae Kim) y Marina Barnett (Toni Collette) se preparan para el conteo regresivo de la misión de Hyperion de dos años a Marte.
Un lanzamiento sin grandes sobresaltos que pone al trío de astronautas –una investigadora médica, un biólogo y la comandante– en viaje a su lejano destino, mientras en el camino a la colonia terrestre en el Planeta Rojo deben efectuar diferentes pruebas científicas.
Así, luego de acoplarse a la estación que será su hogar en tanto llegan a destino, Zoe y David dedican las primeras horas a bordo a ordenar los elementos de investigación, al mismo tiempo que Marina chequea que todo el sistema mecánico funcione adecuadamente.
Pero 12 horas después de la partida, la comandante descubre que alguien más está en la nave: un ingeniero llamado Michael Adams (Shamier Anderson), el pasajero inesperado del título, quien accidentalmente perdió el conocimiento y quedó dentro de uno de sus compartimentos antes del despegue.
Un dilema moral de sobrevivencia
Sin embargo, existe otro detalle crucial para el desarrollo de la misión. Al caer de donde se encontraba, un inconsciente y herido Michael pasó a llevar el sistema de extracción de monóxido de carbono, alterando los niveles de oxígeno con que cuenta la tripulación.
Una grave modificación del sistema de soporte vital del vehículo espacial que pone al grupo a bordo de la MTS en una situación crítica, ya que el oxígeno que resta solamente puede mantener a tres personas durante los meses que quedan para llegar a Marte.
Ante este escenario, las opciones son reducidas y los cuestionamientos morales crecen con el paso de las horas. David decide sacrificar su investigación original para lograr obtener oxígeno de algas, mientras la comandante busca ayuda con sus colegas de Hyperion.
Pero al parecer el sacrificio debe ser mayor y todo apunta al nombre de Michael. Una opción que se convierte en el hilo conductor de más de la mitad de la película y que la tripulación tratará de evitar con una arriesgada maniobra fuera de la nave.
En una escena donde Penna contrapone la vastedad del espacio exterior con dos nerviosos astronautas -al igual que el personaje de Mads Mikkelsen enfrentaba la inmensidad del Ártico en su cinta anterior-, llevando al espectador al clímax del relato fílmico.
Un momento que se toma su tiempo en llegar, manteniendo el ritmo que caracteriza a la recomendable Pasajero inesperado, con un constante aumento de la tensión dramática. Opción arriesgada, pero cautivadora y conmovedora, que se suma el remarcable nivel de su elenco.