Patines de Plata, la película rusa donde el amor entre jóvenes de distinta clase social sí se puede
La cinta del director Michael Lockshines acaba de estrenarse en Netflix y se inspira en la época del Imperio ruso, cuando una pareja se enamora y lucha por continuar su relación pese al contexto que los frena.
Ad portas de comenzar el s. XX, San Petersburgo se luce con un gélido paisaje que permite el tránsito de patinadores por sus congelados ríos y lagos.
También se mueve así Matvey (interpretado por el actor Fedor Fedotov), un joven de 18 años que trabaja como repartidor de una pastelería de la ciudad y quien es el protagonista de Patines de plata, la película rusa que acaba de estrenar Netflix.
Es una cinta de más de dos horas que recuerda al clásico Romeo y Julieta, pero con un final feliz. Se ficciona en la época previa a la Revolución Rusa, cuando se leía a Karl Marx a escondidas en los bares locales, y estaba naciendo el bichito de la revuelta.
De hecho, en uno de estos sitios se reúne la banda comandada por Alex (Yuri Borisov en el rol), a la que Matvey se ve forzado a unir. Se trataba de un grupo dedicado a robar a los burgueses y a la aristocracia, con el objetivo de “recuperar” lo que se les había usurpado durante años de explotación. Eso sí, quienes eran convocados tenían que ser diestros patinadores.
Por supuesto, el dinero llegó fácil y rápido, y obnubiló al joven repatidor, quien terminó viviendo en un barco abandonado, luego que su padre lo echara de casa al enterarse a lo que se dedicaba.
El amor lo supera todo en Patines de plata
El largometraje grabado en el invierno de 2019 en la misma ciudad que fue la capital del Imperio Ruso por dos siglos, es una entretenida opción para pasar la tarde en familia.
Esto, porque el director ruso-estadounidense Michael Lockshin, presenta una serie de aventuras que logran sortear dos enamorados, pero de clases sociales distintas, el ya mencionado Matvey, hijo de un farolero, y Alice (Sonya Priss), proveniente de una acaudalada familia.
Sin embargo, hay algo que los une y enamora: ambos han sido postergados. Él por la pobreza y ella por ser mujer. Alice lucha por estudiar química en alguna escuela superior, pero su padre le tiene preparado otro destino: casarse.
La única salida para los dos jóvenes es llegar a Francia, pero para eso deberán sortear incendios, balas y compromisos forzados, que retrasarán sus planes de encontrarse con el amor fuera de los prejuicios.
Ojo con la detallada fotografía que, pese a lo gélido de las escenas, éstas brillan con diversos colores.
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