La cinematografía varias veces ha sido testigo de cómo dos cintas abordan la misma historia casi al mismo tiempo, lo que este 2022 ocurre con la reciente Pinocho de Disney y Pinocho de Guillermo del Toro.
Dos versiones muy diferentes de la novela Las aventuras de Pinocho, del italiano Carlo Collodi, que se contraponen por la forma en que componen el relato como también por el estilo que poseen.
Ya que por su parte la cinta para Disney+ apuesta con una colorida revisita en acción real al clásico de 1940, mientras el largometraje del mexicano para Netflix busca la individualidad.
Lo que logra a través de la recreación de los personajes ideados por Collodi con la animación en stop motion y una narración marcada por el musical, el drama y la oscura fantasía de Del Toro.
Quien con esta cinta para streaming debuta en el género de la animación, con la co-dirección de Mark Gustafson, reivindicando su posición como uno de los cineastas más creativos y singulares.
Una renovada mirada al clásico
Y aunque su versión de Pinocho sea menos infantil, no por ello es menos cautivadora y emocionante, apuntando directamente a la paternidad y el forzado desvanecimiento de la ingenuidad infantil.
Dos elementos que recorren una narración de casi dos horas de duración que se inicia centrada en Gepetto (con la voz en el original de David Bradley), el carpintero de un pequeño pueblo italiano.
El que pierde a su hijo Carlo debido a la guerra y se sume en la tristeza bañada por el alcohol. Hasta que en medio de una borrachera decide “revivir” a Carlo haciendo un niño de madera de pino.
El que hasta hace poco era el árbol que eligió como casa Sebastián J. Grillo (Ewan McGregor), pero pasó a ser un muñeco con vida, tras la intervención de la espectral Hada del Bosque (Tilda Swinton).
La misma que le pide a Grillo que se convierta en guía y conciencia de Pinocho (Gregory Mann) -como bautizó al pequeño- en su camino como hijo de Gepetto, aunque el anciano no lo reciba muy bien.
La complicaciones que enfrenta Pinocho
En el inicio de una serie de complicaciones, donde también son protagonistas el ambicioso maestro de marionetas Conde Volpe (Christoph Waltz) y su celoso mono babuino Spazzatura (Cate Blanchett).
Además de Podestá (Ron Perlman), un funcionario del gobierno fascista -la trama se ubica en los años de Mussolini- que no duda en convertir en soldado a Pinocho y a su propio hijo Candlewick (Finn Wolfhard).
Lo que lleva al muñeco de madera por situaciones marcadas por su porfía, pero también por su preocupación por Gepetto, donde será clave la presencia de Grillo y descubrir amigos en viejos enemigos.
Donde reaparece la melancólica y extravagante creatividad de Del Toro, junto a tópicos de su filmografía como el horror y el fascismo, ya explorados por él en títulos como El laberinto del fauno.
Lo que hace de Pinocho de Guillermo del Toro un imperdible para los seguidores del realizador azteca y para los fanáticos del buen cine de fantasía, aquí guiado por la animación y las canciones.