¿Por qué me mataron? llega para sumarse a la larga lista de títulos de Netflix dedicados al true crime o crímenes reales. En este caso, el asesinato de Crystal Theobald, una joven de 24 de años que vivía en Riverside, una ciudad al sur de Los Angeles.
La noche del 24 de febrero de 2006, a la mujer le dispararon mientras iba en el auto junto a su novio y su hermano. Aparentemente, sus atacantes los habrían confundido con miembros de una pandilla rival.
El crimen marcó para siempre la vida de su familia, especialmente a su madre, Belinda Lane, a quién más le afectó la muerte de su única hija.
De inmediato comenzó la investigación policial, a cargo de un oficial novato, quien aparece con sus declaraciones a lo largo de los 90 minutos que dura este documental.
Paralelamente, la madre de Crystal también inició una investigación por su cuenta, motivada por los deseos de justicia, pero también por la venganza.
Así, teniendo como únicos indicios un retrato hablado de quien disparó, el modelo del auto en el que iban a los responsables y la sospecha de que pertenecerían a la pandilla de los 5150, es que empieza su desesperada búsqueda.
En busca del asesino
Para encontrarlos decide utilizar, con ayuda de sus sobrina adolescente, Jaimie, la red social más popular en ese entonces: MySpace.
Y ahí parte lo más truculento de ¿Por qué me mataron?, porque Belinda y la joven crean un perfil haciéndose pasar por Crystal, utilizando sus fotos, sus rasgos y sus modos de comunicarse. “Hice todo como si fuera la misma Crystal”, confiesa Jaimie en la realización.
Con esa cuenta comienzan a relacionarse con los miembros de las pandilla 5150, todos de ascendencia latina y de familias pobres. Incluso uno de los jóvenes, el dueño del SUV donde iban los supuestos responsables, se enamora de “Crystal”.
Un método de investigación retorcido, que parece la versión policial de Catfish, el popular programa de MTV de citas online y que se hizo conocido por revelar suplantaciones en internet.
Aunque lo más interesante de ¿Por qué me mataron? está en su metraje final, con las declaraciones de algunos miembros de la pandilla y sus familares, las que permiten retratar a la comunidad latina de las zonas más empobrecidas de California.
Una realidad marcada por las bandas criminales, la violencia, las drogas y la falta de oportunidades, y que, lamentablemente, sigue tan vigente como cuando ocurrió el asesinato de Crystal.