Dicen que la mejor venganza es la que se sirve fría y lentamente. Y al pie de la letra de esta receta, Mario (Luis Tosar), el protagonista de A quien a hierro mata, la está ejecutando con un reconocido líder de un clan de narcotraficantes de Galicia a quien le tocará cuidar.
Consumido por el paso de los años, Antonio Padín (Xan Cejudo) -patriarca de esta familia delictual- ingresa a una residencia de ancianos para pasar sus últimos días de vida.
Ahí, Mario es jefe de los enfermeros, y una cuenta entre ambos aun está pendiente.
Justo en un momento en que Mario debiese estar feliz por la llegada de su primer hijo, el afán de venganza lo ronda y lo nubla de su ética profesional.
Para que este moribundo anciano sintiera en carne propia lo que su droga causó en muchas personas -e incluso a alguien cercano a él-, Mario suministrará heroína periódicamente a Antonio para que sufra de las consecuencias de su consumo.
Quienes no están de acuerdo con que él este allí son sus hijos Toño (Ismael Martínez) y Kike (Enric Auquer). Sobretodo ahora, que están metidos en un lío de aquellos al querer destronar el rey sin siquiera haber muerto todavía.
Advertidos por su padre de que el negocio que cerrarían era riesgoso, ellos continuaron con su ambicioso plan. Y como más sabe el diablo por viejo que por diablo, ahora ambos hermanos tienen una millonaria deuda con un cartel colombiano, lo que les puede costar la vida.
Como si fuera una lección, Antonio no pagará la deuda contraída por sus hijos. Pero estos, no conformes con la drástica decisión de su progenitor, buscarán todas las formas posibles para conseguir el dinero, sea con o sin su consentimiento.
El precio a pagar
El thriller es interesante y extrapola sentimientos. Si bien es un drama bien tormentoso y retorcido, el precio que todos pagarán por sus acciones serán equitativos. ¿Justicia divina o justicia del hombre?
En Quien a hierro mata se transmiten emociones a través de la fotografía. Un buen equilibrio entre los grises del manto de dudas éticas que deja la historia, pero también está presente el rojo como símbolo de consumación de la venganza.
Un thriller que plantea dilemas éticos para reflexionar y que se suma a la atractiva oferta de películas y series españolas en el catálogo de Netflix.