En 2017, la dramaturga, comediante y guionista en series como The Get Down y She’s gotta have it Radha Blank ingresó al prestigioso laboratorio de directores y guionistas de Sundance para desarrollar una historia, su historia: la de una dramaturga que viene un proceso de descubrimiento personal justo cuando está a punto de cumplir cuatro décadas. Tres años después, esa autobiografía se transformó en la película Rapera a los 40.
Se estrenó en enero de este año en el festival de Sundance, donde ganó el premio a mejor dirección en drama. Tras ese triunfó, Netflix compró los derechos para sumarla ahora a su catálogo.
Así se puede ver ya este filme que la misma Blank escribe, produce, dirige y protagoniza y cuyo título original en ingles, The Forty-Year-Old-Version, parafrasea al de la popular comedia de Steve Carell The 40-Year-Old Virgin (Virgen a los 40 en español).
En Rapera a los 40, debuta en la dirección relatando su propia historia, la de Radha Blank, una dramaturga de Harlem, Nueva York, que tiene una crisis de identidad a tres meses de cumplir 40 años.
Desde hace tiempo que no tiene éxito con sus obras en el teatro y ahora se dedica a realizar un taller de dramaturgia para estudiantes de una secundaria pública.
Aunque su carrera tiene una nueva oportunidad, cuando Archie (Peter Kim), su mejor amigo, convence al influyente productor J.Whitman (Reed Birney) para montar una de sus obras, Harlem Avenue.
Sin embargo, en un evento Radha se encuentra con el pretencioso productor y no encuentra nada mejor que intentar ahorcarlo.
La crisis de los 40 en blanco y negro
En plena crisis y dudando de su futuro como dramaturga, Blank decide convertirse en cantante de rap o MC, algo que sorprende a su amigo Archie.
Convencida de su nuevo propósito, se bautiza como RadhaMUSPrime (nombre que de hecho usó en la vida real) y contacta a D, un beatmaker de Brooklyn con el que da sus primeros pasos en el hip hop.
Así, entre el teatro y el rap, la neoyorquina va tratando de encontrar su voz mientras enfrenta sus frustraciones y sus miedos, al tiempo que busca sanar el dolor de la muerte reciente de su madre.
Pese que su título puede llevar a engaños y pensar que se trata de una suerte de parodia, Rapera a los 40 está lejos de eso.
Es una película de autor en toda regla, donde la cineasta va de la comedia al drama para mostrar que nunca es tarde para buscar -y encontrar- la propia identidad y para cumplir los sueños.
Una visión autobiográfica y personal que también se nota en apuestas como la filmación en 35 mm y en blanco y negro, con la que la Blank revela su amor por los videos de rap de comienzos de los 90, las películas de John Cassavetes y el trabajo del fotógrafo afroamericano Roy DeCarava.
También rinde tributo a Nueva York, Harlem y sus habitantes (en divertidas declaraciones a la cámara) y al trabajo de distintas artistas afroamericanas, entre ellas su madre.
Una serie de homenajes que se van repartiendo por las más de horas que dura la película y que, junto con el talento de Blank, terminan por conquistar poco a poco al espectador.