Hace un año, la empresa japonesa Capcom dio a conocer que su saga de videojuegos Resident Evil había superado oficialmente las 100 millones de unidades vendidas, lo que se vería incrementado tras el lanzamiento de su más reciente entrega, Resident Evil Village.
Una de las cifras que revelan el éxito del juego creado por Shinji Mikami y Tokuro Fujiwara en 1996, que también incluye las decenas de títulos que son parte de su catálogo y los mil millones de dólares recaudados por las películas que han llevado al cine a sus personajes.
Diferentes pasajes de una cronología a la que ahora, precisamente en el año que el videojuego cumple un cuarto de siglo, se suma a la franquicia la serie animada Resident Evil: la tiniebla infinita, el primero de dos proyectos con la firma de Netflix en torno a la saga.
Un anime japonés compuesto por cuatro capítulos -de casi media hora de duración cada uno- que se ambientan entre Resident Evil 4 y Resident Evil 5, específicamente en 2006. Sin embargo, en su inicio se revela un pasaje que ocurrió seis años antes.
Cuando en octubre de 2000, en la República de Penamstan, tropas del ejército de EE.UU. recorren su territorio en conflicto y un helicóptero cae sobre una ciudad. Donde, a pesar de órdenes superiores, la unidad Perros Locos va en ayuda de sus compañeros de armas.
Luego el relato retorna a 2006, cuando ese mismo lugar es ahora un campo de refugiados en el que presta su ayuda Claire Redfield, quien descubre los inquietantes dibujos de un pequeño que fue testigo de la guerra civil. Los que le recuerdan el horror de Raccoon City.
Una nueva amenaza zombi
De forma paralela también se muestra lo que ocurre a muchos kilómetros de ahí, en la Casa Blanca, donde el Presidente Graham y el Secretario Wilson están a punto de reunirse con los agentes Jason, Patrick, Shen May y Leon S. Kennedy, quien viene atrasado a la cita.
Pero la reunión debe ser abortada, ya que repentinamente se corta la electricidad y se cae el sistema de comunicaciones en la residencia presidencial. Lo que empeora cuando los agentes descubren que una plaga zombi comenzó a esparcirse por el edificio.
Un ataque que Wilson relaciona con el gobierno Chino, por lo que emplaza al presidente a tomar medidas. Una de las cuales es enviar a Leon, Jason y Shen May a Shanghai, donde estaría un laboratorio que se podría relacionar con el ataque biológico a la Casa Blanca.
Sin embargo, lo que ocurre a bordo del submarino que los transporta comienza a dar indicios de que detrás de todo se esconde algo más. Un plan que se relaciona con lo que hace cinco años Jason y su unidad, los Perros Locos, descubrieron en Penamstan.
De esta manera, Resident Evil: la tiniebla infinita empieza a mostrar las piezas de un puzzle donde son claves las armas biológicas, un alto miembro del gobierno de EE.UU., como también Leon y Claire, viejos conocidos de los jugadores del videojuego de supervivencia.
En un anime con mucho suspenso, pero menos acción, zombis y muertes violentas de lo que acostumbra el juego que lo inspira, y una técnica de animación correcta, aunque muy lejos de lo que hoy se puede lograr. Y que claramente está hecho para fanáticos de la franquicia.