Luego de siete años interpretando a Jamie Fraser en Outlander, cuesta imaginar al escocés Sam Heughan lejos del papel del guerrero de las Highlands. Pero en SAS: el ascenso del cisne negro, que se estrena en Netflix, el actor se desprende de dicho rol durante las casi dos horas de su metraje.
Y lo hace encarnando a Tom Buckingham, el protagonista de esta película británica de acción, dirigida por el sueco Magnus Martens y que lleva a la pantalla la novela Red notice, la primera de la trilogía en base a este personaje escrita por el ex militar Andy McNab.
Sin embargo, su narración se inicia centrada en otras figuras: los mercenarios contratados para negociar con los habitantes de un pueblo de la República de Georgia que se oponen al paso de un gasoducto por sus tierras y que reciben al grupo extranjero con disparos.
Esto provoca que los hombres del poblado sean eliminados por el violento equipo que se hace llamar Black Swan -cisne negro- y es liderado por el estadounidense William Lewis (Tom Wilkinson), y sus hijos Grace (Ruby Rose), su favorita, y Olly (Owain Yeoman).
Una misión en la que está involucrada la empresa del gasoducto, Britgaz, y también el Primer Ministro de Reino Unido, Atwood (Ray Panthaki). Pero una pequeña sobreviviente georgiana graba con su celular el violento accionar de los Black Swan.
Esto lleva a Atwood y al militar que contrató a los mercenarios, Clements (Andy Serkis), a borrar todo rastro de su participación en la masacre, eliminando a los Lewis. Para lo que usan al equipo SAS de las fuerzas especiales aéreas, sin revelar su vínculo con los asesinos.
Un viaje que se vuelve pesadilla
Es aquí donde entra en escena Tom Buckingham, quien es parte de los SAS e ingresa con sus compañeros a la casa de los Lewis en Londres. Pero solo hallan al patriarca, a quien ejecuta el propio Clements, mientras sus hijos y el resto de los mercenarios escapan.
Sin embargo, luego de este “trabajo”, Buckingham, quien como se ve en el inicio del relato pertenece a una adinerada familia, invita a su novia, la pediatra Sophie Hart (Hannah John-Kamen), a París, ciudad donde él tiene presupuestado pedirle matrimonio.
Un viaje que realizan en el Eurostream, el tren que cruza el Canal de la Mancha por el Eurotúnel bajo el mar. Pero a este, disfrazada como una persona con problemas de movilidad, también sube Grace, quien a la mitad del viaje se une a su grupo de asesinos.
Los que detienen el ferrocarril y toman como rehenes a sus pasajeros, en el preciso instante en que, como es de esperar para el héroe de la SAS: el ascenso del cisne negro, el impasible Buckingham logra escabullirse y pedir ayuda a sus compañeros de armas, quienes llegan junto a Clements.
Así, mientras Buckingham elimina desde las sombras a los terroristas, Grace hace gala de la psicopatía con que se presenta al inicio del relato, y un incombustible “talento” para el combate cuerpo a cuerpo, con una Ruby Rose siempre al filo de la sobreactuación.
Lo que hace de SAS: el ascenso del cisne negro un correcto y ajetreado ejemplo del género de la acción, aunque combinado con escenas y diálogos que muestran el lado “humano” del protagonista -con Heughan dando lo mejor de sí-, que se sienten forzadas y algo fuera de contexto.