¿Te acuerdas de Hang the DJ, el capítulo de citas virtuales de Black Mirror? Ahí, dos personas se conocían a través de una plataforma que los unía de acuerdo a sus gustos y características, y determinaba cuánto tiempo debían pasar juntos.
Algo similar sucede con el argumento de Osmosis, la nueva serie francesa que estrenó Netflix este viernes 29 de marzo y que viene a coronar el mes con buenos estrenos.
En esta producción la protagonista es la tecnología, que se muestra en todo su esplendor en un entorno bien futurista y, por qué no decirlo, no tan lejano.
Y en este mundo, Esther (Agathe Bonitzer) y Paul (Hugo Becker) son dos hermanos que crean Osmosis, una plataforma que promete mejorar el futuro amoroso de muchas personas.
Eso sí, antes de su lanzamiento, hacen una etapa de prueba con 12 voluntarios que buscan encontrar el amor.
El inquietante mundo cercano que plantea Osmosis
Para concretar la fase de prueba, los gestores del proyecto les instalan pequeños implantes en el cuerpo a los voluntarios para poder identificar sus gustos, pensamientos, valores y creencias.
Y según esto, el sistema debe ser capaz de hacer “match” y hacer que dos “almas gemelas” se encuentren, para que el próximo paso sea conocerse.
A diferencia de Black Mirror, en Osmosis la idea no parece ser advertir sobre el mal uso de la tecnología, sino más bien proyectar el disfrute de los usuarios.
Pero pese a ello -y para ponerle más tensión a la serie- no todo puede salir a la perfección y los personajes deben luchar con temas inherentemente humanos, como los problemas familiares, la falta de dinero y las penas amorosas.
Son 8 capítulos que logran fascinar y que componen la primera temporada de esta serie que seguro dará que hablar, con un argumento entretenido y cargado de proximidad, pues plantea un “futuro” más bien cercano en todo lo que le sucede a los protagonistas y personajes de la serie.