En cuatro capítulos, la docuserie de Netflix Sociedad de Consumo (Broken, en su título original) se propone algo bien ambicioso y trascendente: poner en alerta a los consumidores respecto de los peligros y daños que generan algunos tipos de productos e industrias en el mundo.
En la misma senda de Rotten, este documental entrega mucha información, testimonios y hechos que hacen prender las alarmas respecto de temas que pasan inadvertidos en la vorágine del consumo diario.
Cada capítulo se enfoca en un tipo de fábrica. Por ejemplo, el primero analiza el auge de los maquillajes falsificados que se han convertido en una multimillonaria industria en China, tentando a la clientela alrededor del planeta con precios bajos, pero sin revelar que esos productos se elaboran con elementos contaminantes e, incluso, cancerígenos.
El segundo episodio gira en torno al “vapeo”, un tema particularmente sensible en EE.UU., donde se ha convertido en una epidemia entre los adolescentes, debido a que es fácilmente accesible, pero escondiendo que eventualmente se trata de una costumbre tan nociva como fumar cigarrillos.
Los muebles desechables, tipo Ikea, ocupan otro de los capítulos, lo mismo que los productos plásticos de un solo uso.
La serie da cuenta de cómo, hábilmente, los productores de estos últimos han desviado la atención de la gente endosándole la responsabilidad de consumir menosy de reciclar, cuando saben que muy poco plástico es reciclable y que la verdadera solución recae en la industria: producir menos plástico y punto.
Como buen “hijo” de Rotten, Sociedad de Consumo, o Broken, es una producción perspicaz e ilustrativa, lo que le asegura a Netflix haber encontrado una buena fórmula para realizar sus documentales de investigación.