A inicios de los 90, con 21 años de edad, Pete Docter se sumó al reducido grupo de trabajo con que surgió Pixar. El estudio que se convertiría en símbolo de la animación digital, con Docter como director de sus cintas Monsters, Inc., Up, Intensa-Mente y, este 2020, Soul.
Películas que lo confirman como uno de los más destacados guionistas y realizadores de la empresa de animación, creada por el desaparecido Steve Jobs y adquirida en 2006 por Disney, que en su última apuesta suma su talento al del co-director Kemp Powers.
Una asociación que da vida a un filme sobre descubrimiento y aceptación, que debuta por la plataforma de Disney+ y que en muchos momentos recuerda el estilo visual y narrativo de Intensa-Mente y tiene como escenario inicial Nueva York, donde vive y trabaja Joe Gardner.
Un amante del jazz -con la voz de Jamie Foxx en la versión original- que labora a tiempo parcial como profesor de música en una escuela, mientras sueña con tocar de manera profesional. Anhelo que podría hacerse realidad cuando le piden audicionar para una banda.
Es uno de sus ex alumnos quien lo llama y le avisa que la saxofonista Dorothea Williams (Angela Bassett) está buscando un pianista para su cuarteto. Una oportunidad que llega justo después de que en su escuela le ofrecieran ser profesor a tiempo completo.
El final y el inicio de la existencia
Mientras se debate entre concretar sus deseos o aceptar un trabajo que le reportaría seguridad, como le hace notar su madre Libba (Phylicia Rashad), Joe logra superar varios accidentes callejeros hasta que no ve una alcantarilla sin tapa y cae en su interior.
Una caída que lo lleva a la muerte, donde convertido en un espíritu pequeño y celeste se transporta por una escalera mecánica hacia un luminoso Más Allá. Pero él no está dispuesto a perder su oportunidad como músico y salta hacia un destino desconocido.
Es así como llega a El Gran Antes, donde a las pequeñas almas las cuidan y guían por pacíficos y transparentes seres hacia la personalidad que las hará únicas, y con la que luego, literalmente, saltarán hacia el planeta Tierra para convertirse en humanos.
Pero hay una de ellas, la número 22 (Tina Fey), que lleva mucho tiempo en ese fantástico lugar sin encontrar ese rasgo de carácter que la haga singular y le permita dar el siguiente paso. Uno que accidentalmente concretará junto a Joe, cuando ambos regresen a Nueva York.
Específicamente a la sala de hospital donde él permanece en coma tras su mortal caída, acompañado por un gran gato que asiste a los enfermos. Sin embargo, el alma del músico no regresa a su cuerpo, sino que al del animal, mientras 22 se encarna en él.
Un gran cambio de vida
Un inesperado intercambio que dará inicio a una aventura en que el felino Joe guiará a 22 y su cuerpo por las calles de la Gran Manzana, para llegar a tiempo a la presentación del cuarteto de Williams. Pero las cosas no serán tan fáciles como esperaban.
No solo 22 tendrá problemas para asimilar los ruidos y colores de la ciudad, o manejar los movimientos corporales del músico. Este último también enfrentará situaciones que lo harán ver de una manera diferentes a todo y todos los que formaban parte de su vida.
Un metafísico viaje de aceptación y descubrimiento, con el que Docter y Pixar reafirman su creatividad y valentía al llevar a la pantalla, y en una película infantil, temáticas que en el papel son difíciles de describir, pero que logran convertir en cautivadoras imágenes.
Las que se mueven a través de una trama que combina aventura y comedia, con algunas cuotas de drama, que tal vez no sea para preescolares, pero que sin lugar a dudas puede disfrutar por todo el resto del público, sean niños, adolescentes o adultos.
Una confirmación de que Pixar continúa en lo más alto del cine de animación y que con seguridad Soul -su largometraje número 23- será parte de las nominaciones al Oscar y los Globos de Oro; a pesar de que la pandemia haya arruinado su estreno en salas.