La temporada 7 de Orange Is The New Black es una buena despedida para la serie que durante años contó la historia de un puñado de reclusas que llegan a la cárcel por diferentes razones, adentro amigas y enemigas, y sometidas a un sistema muchas veces abusivo que se hace más soportable gracias al compañerismo y al humor de las protagonistas.
Los últimos ciclos de la serie no estuvieron a la altura de lo que esperaban los fans que desde 2013 siguen las aventuras de Piper —la rubia de clase acomodada que está a punto de casarse, pero que termina en la cárcel por un error de juventud— y sus compañeras. Pero este último se reivindica con reencuentros y turbulencias, redención y finales trágicos.
Piper, ya en libertad, debe luchar por conseguir trabajo y dignidad, mientras sufre por Alex, su esposa, que aún sigue presa.
Taystee (condenada a cadena perpetua en un proceso injusto) se reencuentra con su amiga Cindy, pero las cosas ya no son iguales en esta prisión que, además, tiene nuevos jefes. Las antes súper risueña Taystee (interpretada sólidamente por Danielle Brooks) ya no sabe cómo lidiar con su condena y la desesperanza la acecha.
Inmigrantes criminalizadas
Más allá de los dramas personales, como siempre en la trama se cuelan temas político/sociales. Las políticas de inmigración y deportación de EE.UU. (con varias inmigrantes que llegan a la cárcel de Litchfield como “criminales”) y el feminismo (con las gendarmes que protestan por sus salarios, más bajos que los de los hombres) toman protagonismo.
Signos de los tiempos que la serie siempre ha sabido interpretar con acierto y que la han convertido en la más longeva de Netflix y en una de las mejor evaluadas en diferentes rankings.
Política, intensamente dramática, energética, divertida (aunque en esta última temporada no lo sea tanto) y muy humana, esta producción quedará en las cabezas de quienes la siguieron. Producción pionera, una de las que contribuyó a la nueva forma de ver series y películas.
Al final de estos 13 capítulos —muy bien actuados, como siempre, y que parten lentos, pero que se disparan a partir del tercero—, algunos terminarán pidiendo un par más, para que la “magia” de Netflix resuelva las injusticias y le dé un poco de alegría a este puñado de reclusas que llenó sus corazones a lo largo de siete temporadas.