Después de dos años regresa a Netflix con una segunda temporada The End of the F***ing World, serie británica plagada de humor negro e ironía que presenta a dos singulares adolescentes en fuga: un chico que se autodefine como psicópata y una chica impulsiva y de armas tomar que le pide que la acompañe para juntos escapar de sus casas.
Ellos son Alyssa (la excelente Jessica Barden) y James (Alex Lawther, sólido también en su actuación), dos jóvenes dañados que al principio te sacan ronchas, pero que al final terminas amando por su humanidad, carencias y visión despojada de cinismo.
Basada en la novela gráfica del mismo nombre, esta road movie en capítulos muestra cómo estos dos deciden huir de sus disfuncionales familias y emprender una travesía que los hará confrontarse con sus fantasmas, temores y trancas, tanto propias como del otro.
Es en medio de ese viaje, literal y personal, que se transforman en forajidos que enfrentan la crudeza mundana, sin perder nunca, eso sí, una mirada entre sarcástica y optimista de la vida.
Dos años han pasado también en la ficción y en esta segunda temporada a los personajes centrales —que tienen importantes giros, sobre todo Alyssa, cada vez más deprimida e indecisa— se les suma Bonnie (Naomi Ackie), una chica “rara” que irá en búsqueda de la pareja protagónica, ingrediente nuevo que aporta a la trama de los nuevos episodios.
Solidez y belleza
El relato que sigue siendo bastante sólido (bueno, no al nivel del primer ciclo, estatura que era difícil de mantener) y entretenido, con esos elementos que han hecho tan original y alabada a esta serie, como las voces en off de los protagonistas que nos van revelando secretos y pensamientos como si fuéramos sus mejores amigos.
A eso se suman los movimientos de cámara que por sí solos van ayudando a contar la historia, mientras que la fotografía de la producción, estética y lograda, cercana a la de un thriller o un filme de terror, es de las mejores que se pueden ver en Netflix.
Cuento aparte es otro “personaje central” de la serie, la música, con canciones que juegan un rol siempre importante y no sólo decorativo, una banda sonora que incluye creaciones de Graham Coxon (el guitarrista de Blur) y temas imborrables de artistas como Julie London.
Hay voces que opinan que la primera temporada fue tan buena que The End of the F***ing World no necesitaba continuación. Sin embargo, la dos mantiene cierto atractivo y su fórmula de ocho capítulos de 20 minutos de duración son ideales para “maratonear” esta conmovedora comedia/triste.