A lo largo de más de tres décadas, Yekaterina Alekseyevna Romanova, también conocida en inglés como Catherine The Great y en español como Catalina La Grande, reinó sobre Rusia.

Un cargo que ejerció como emperatriz, dejando muy atrás su niñez como princesa alemana y los días en que solo era la consorte de Pedro III de Rusia, su esposo muy inepto.

Algunos de los momentos reflejados en The Great, la serie de Lionsgate+ creada por Tony McNamara que revive con mucha sátira e imaginación desbordada la vida de la monarca.

Un espacio que pasó de ser “una historia ocasionalmente verdadera” a “una historia casi totalmente falsa”, a lo largo de dos temporadas que conquistaron a la crítica y al público.

Lo que consiguió gracias a su humor bastante oscuro y “subido de tono” -como dirían los quisquillosos-, y en especial las actuaciones y química entre Elle Fanning y Nicholas Hoult.

Los encargados de encarnar a Catalina y Pedro desde que se conocieron, cuando ella era una ingenua jovencita que quería ser amada por su futuro marido y él era simplemente Pedro.

Más obstáculos para Catalina

Un monarca más interesado en sus amantes y fiestas que en Rusia, que fue obligado a abdicar en favor de la emperatriz consorte, cuando ella logró el apoyo de varios en la corte.

Para hoy, en la imperdible temporada tres de la serie -“real en ocasiones”-, él se enfoque en su hijo y su esposa, después de que ella decidiera perdonarlo tras el impasse con su madre.

Lo que ocurrió justo después de haber apuñalado a Pedro en varias ocasiones -aunque no era él, sino su doble-, percatandose de cuánto lo amaba y desechando sus planes para asesinarlo.

Sin embargo, Orlo (Sacha Dhawan) solo quiere verlo muerto, al mismo tiempo que Catalina desea concretar todos sus planes para Rusia, lo que la obliga a manejar mejor a los políticos.

Ante lo que decide hacer de Archie (Adam Godley) e Isabel (Belinda Bromilow) sus consejeros, mientras impone leyes que no son bien vistas ni por nobles ni por campesinos.

Algunos de los obstáculos en su camino hacia el progreso, que más tarde sumará un hecho decisivo relacionado con Pedro y Suecia, que marcará un antes y un después en su existencia.

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