Luego de que los amantes de la fantasía quedaran huérfanos de Game of Thrones, surgieron varias series para tratar de ocupar su lugar. Entre ellas The Witcher, la propuesta de Netflix que cumplía con las características claves: mezclar imaginación y literatura.
Ya que, como el título que buscaba reemplazar, se basa en una serie de novelas sobre magia y seres extraordinarios, que en su caso son los libros del polaco Andrzej Sapkowski que tras ser objeto de culto en Polonia y Europa Central y Oriental, saltaron al mundo.
Cuyas páginas fueron la base de la serie creada por Lauren Schmidt Hissrich, que debutó en el streaming en diciembre del 2019, convirtiéndose en uno de los espacios más vistos de la mencionada plataforma, pero con un recibimiento poco entusiasta por parte de la crítica.
Donde ocho capítulos introdujeron las respectivas historias de sus tres protagonistas: Geralt de Rivia (Henry Cavill), el “witcher” o brujo cazador de monstruos; Yennefer de Vengerberg (Anya Chalotra), la hechicera con parte de elfo, y la princesa Cirilla de Cintra (Freya Allan).
Los que vivieron diferentes dramas y peligros de manera separada, a través de las décadas, hasta que el relato comenzó a unir sus destinos; con Geralt y Yennefer estableciendo una relación romántica, y él finalmente encontrando a Cirilla o Ciri, su “Niña de la Sorpresa”.
Sin embargo, la última emisión del primer ciclo no solo mostró la reunión de la desterrada princesa y el llamado Lobo Blanco, sino que también una cruenta batalla entre los magos y las fuerzas nilfgaardianas en Sodden Hill, donde Yennefer cumplió un papel clave.
El surgimiento de una monstruosa amenaza
Y es precisamente al concluir dichos hechos que retoma la acción la segunda temporada de The Witcher, cuando una conmovida Tissaia de Vries (MyAnna Buring) recorre el campo de batalla de Sodden y en medio de los cadáveres y heridos busca alguna señal de Yennefer.
Pero al parecer, la gran descarga de energía mágica que ella usó para ganar el combate cobró su vida, al mismo tiempo que se convirtió en heroína entre sus pares. Una desaparición que en la lejanía también presiente Geralt mientras viaja junto a su protegida.
Un recorrido entre la nieve que tiene como objetivo Kaer Morhen, la antigua fortaleza donde a él lo transformaron en brujo y único lugar donde podrá resguardar a Ciri. Sin embargo, antes realizan una parada en la casa de un viejo amigo del cazador de monstruos.
Aquí comienza a encontrar las primeras pistas de que las criaturas a las que combate están cambiando peligrosamente, comprobándolo definitivamente después de su llegada a Kaer Morhen, donde se reúne con su mentor, Vesemir (Kim Bodnia), y sus “hermanos”.
Aunque las revelaciones están lejos de terminar, ya que pronto se descubre que Yennefer no está muerta y junto a Fringilla (Mimî M. Khayisa) es tomada prisionera por un grupo de elfos, en el inicio de una aventura que para ella estará marcada por una gran pérdida.
Al mismo tiempo que entre Geralt y Ciri se comienza a afianzar una relación más del tipo padre-hija que de guardián-protegida, y surge una amenaza relacionada con la sangre ancestral. Sin olvidar la reaparición de conocidas y singulares figuras del primer ciclo.
En un reencuentro con The Witcher que supera a la temporada anterior en entretención, ritmo y buen manejo del conflicto, con lo que queda claro que a veces las segundas partes son mejores que las primeras; aunque aún son inquietantes los ojos de sus protagonistas.