Una vida maravillosa: drama, romance y música se combinan en la cinta danesa de Netflix
Mehdi Avaz es el realizador de la película original de la plataforma que muestra cómo un pescador, encarnado por el cantante Christopher, tiene la oportunidad de convertirse en una figura de la música.
Desde biopics a comedias, el mundo de la música se sigue haciendo de un espacio en la pantalla, como con Una vida maravillosa, la película danesa de Netflix sobre superación, fama y romance.
Y por supuesto muchas canciones a través de la historia de Elliott Winther, el pescador que es encarnado por el verdadero cantante llamado Christopher en la cinta dirigida por Mehdi Avaz.
El encargado de guiar una historia donde la vida del protagonista cambia de improviso, pasando de un barco camaronero al estudio de grabación en la casa que era de una estrella del pop.
La que lleva al espectador a través de drama, amor y los temas especialmente compuestos por Christopher, una figura de la escena musical de Dinamarca que debuta en un rol principal.
Ya que había participado como secundario en otras cintas y series, pero acá es el personaje gravitante, en el papel del atractivo y algo huraño pescador que estaba en el lugar y la hora precisos.
Cuando su mejor amigo Oliver (Sebastian Jessen) le pide acompañarlo en la guitarra en la presentación que hace en la fiesta de cumpleaños de Suzanne Taylor (Christine Albeck Børge).
Una inesperada oportunidad
La viuda del desaparecido cantante y compositor Vince Taylor, que decide darle una oportunidad a Elliott, luego de que él termina entonando la canción que debía presentar Oliver.
Una apuesta casi a ciegas al talento del joven autor e intérprete de origen desconocido, que hace que Suzanne lo lleve a su gran casa, donde también se encuentra su hija Lilly (Inga Ibsdotter Lilleaas).
La que también, en otra coincidencia casi milagrosa, es una reconocida productora discográfica que decide colaborar con Elliott a regañadientes hasta que escucha sus canciones.
Pero hay que grabar un demo y lo mejor es hacerlo en otro lugar: la casa familiar de descanso, donde también están Suzanne y Patrick (Ardalan Esmaili), el productor de su padre.
El escenario de donde saldrá música, junto a la creciente atracción entre Lilly y Elliott, además de varios traumas infantiles y familiares que cargan los protagonistas del relato.
Quienes luego enfrentarán el romance, más revelaciones dramáticas sobre sus infancias y una fama repentina que pondrá a prueba su relación, en especial cuando reaparece Oliver en escena.
En el corazón de una cinta simple, algo predecible, pero atrayente, que se transforma en la vitrina mundial para Christopher y sus canciones bajo la piel del talentoso Elliott Winther.
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