El debut en el streaming de Disney+ abrió las puertas a un inmejorable catálogo para los amantes de las aventuras y fantasía, que tiene a The Mandalorian como “la” carta de presentación de sus series originales. Hasta hoy y el estreno de WandaVision.
Un espacio concebido por Jac Schaeffer que llega a la plataforma con la importante misión, tal como lo hizo el programa de Pedro Pascal con Star Wars, de ampliar el mundo Marvel ni más ni menos que como la serie que da inicio a la Fase 4 de su Universo Cinematográfico.
Una misión demasiado importante tomando en consideración el arrastre que las películas sobre sus heroicos personajes han logrado en los últimos años, sin olvidar el fanatismo que durante ya décadas había surgido en torno a sus miles de historietas publicadas.
Pero WandaVision arriba dispuesta a marcar pautas, tomando como inspiración de su tipo de relato a los sitcoms clásicos de la TV estadounidense y como centro de su historia a dos personajes menos estelares dentro del catálogo de superhéroes: Wanda Maximoff y Vision.
Dos figuras que en el cine siempre fueron el complemento de los Avengers de primera línea y que aquí dejan atrás su dramático pasado fílmico -con el androide siendo destruido por Thanos y ella viva, pero en soledad-, para situarlos juntos en la ciudad de Westview.
Entre la “normalidad” y la tensión
Es en uno de sus barrios suburbanos que nos reencontramos con Wanda (Elizabeth Olsen) y Vision (Paul Bettany) cuando arriban a una de sus casas como recién casados, en medio de lo que parecen los créditos iniciales de un programa de la televisión de los años 50.
Así, en un entorno en blanco y negro, que recuerda a espacios como Yo amo a Lucy y La hechizada -con las risas de un público en vivo incluidas-, se conoce un primer capítulo en que Wanda, o Bruja Escarlata, no teme usar sus poderes dentro de su hogar.
Y cuyo eje es la cita que ambos tendrán esa noche, sin saber bien qué están esperando. Para ella puede ser un aniversario -tal vez de bodas- y para él la imprevista visita de su jefe y esposa a cenar a casa, que podría otorgarle un ascenso en Computational Services.
Esto pone a Wanda a planificar junto a su vecina, Agnes (Kathryn Hahn), una romántica velada, mientras Vision, en su oficina, le asegura a su jefe que está todo listo para su visita. La que luego se convertirá en una sucesión de malentendidos y momentos de tensión.
Media hora de un extraño reencuentro con los héroes de Marvel, que incluye un comercial de una tostadora de Industrias Stark -que en el otro capítulo lo reemplaza el de un reloj de Hydra!!- y que finaliza con su programa visto en una especie de laboratorio.
A la espera de más capítulos y respuestas
Un cúmulo de singularidades ancladas en la comedia, que permite a Olsen y Bettany desplegar una faceta diferente de sus personajes y de su talento como actores, junto a su química en pantalla. Sin embargo, de a poco el relato va abriendo sus puertas al suspenso.
Ingredientes que se repiten en el segundo episodio, de los dos que llegaron hoy a Disney+ -a los que se irá sumando uno cada semana hasta completar nueve-, que se inicia en blanco y negro y finaliza en color, y revela la capacidad de Wanda para manipular su entorno.
Una situación que abre aún más interrogantes en esta especie de espiral de comedias televisivas clásicas, que, en medio de un ambiente casi perfecto para su amor de pareja, va haciendo surgir lentamente una amenaza de la cual ella quizás sepa o intuya algo.
Dos inquietantes y a la vez seductoras emisiones que dejan al público con demasiados cuestionamientos, y a algunos de los fanáticos de las películas Marvel echando de menos la pirotecnia de los efectos especiales, y el consiguiente deseo de saber más.
En especial para los que han seguido su historia en los cómics y que con WandaVision se reencuentran con situaciones que ya vieron en sus páginas, pero no en pantalla, como la llegada de dos pequeños al fantástico mundo del androide y su amada bruja sokoviana.