Después de 13 años del estreno de su último largometraje, Henry Selick retorna a la dirección con Wendell y Wild, como también a la técnica de animación que lo hizo famoso: el stop-motion.
La cual aparenta el movimiento de objetos estáticos y Selick usó para dar vida a las famosas cintas El extraño mundo de Jack -donde trabajó junto a Tim Burton- y Coraline y la puerta secreta.
Y que retoma en la película de Netflix cuya historia fue concebida por el animador en 2015, teniendo a Keegan-Michael Key y Jordan Peele como la inspiración de sus personajes centrales.
La cual fue escrita por Selick junto a Peele (¡Nop!) y tras debutar en el Festival de Cine de Toronto y en salas de EE.UU., llega al streaming con un relato tan oscuro como afilado y entretenido.
El que tiene como su pieza esencial a Kat Elliot (con la voz en inglés de Lyric Ross), una jovencita de 13 años de edad que perdió a sus padres en un accidente automovilístico del que ella se culpa.
Tras el cual todo cambió, ya que enfrentó un reformatorio y ahora debe vivir en la escuela católica de Rust Bank, dirigida por el padre Bests (James Hong), y además hizo de la rudeza su coraza.
La llegada de los demonios a Rust Bank
Por eso no es de extrañar que su personalidad llame la atención de Wendell (Key) y Wild (Peele), dos hermanos demonios de poca monta que quieren tener un parque de diversiones maléfico.
El cual quieren colocar en el mundo de los vivos, luego de escapar de la prisión en que laboran en el inframundo, para lo que necesitan a una “doncella infernal” que los invoque, quien es la punky Kat.
Pero la maldad también está sobre la Tierra en la figura de los Klaxon, quienes están detrás de los mayores desastres del poblado de Rust Bank y quieren construir una gran prisión en sus terrenos.
Una peligrosa ambición que se relaciona con el incendio de la cervecería que era de los padres de Kat y con la inesperada muerte del padre Bests, quien revive al cruzarse en el camino de los demonios.
Lo que ocurre luego de que Kat los invoca y claramente todo sale muy diferente a lo que ella esperaba, al mismo tiempo que se revela que no es la primera “doncella infernal” de Rust Bank.
En una sucesión de malentendidos y hechos absurdos, que divertirá a grandes y chicos, donde los mayores malvados no son los demonios y Kat tiene la oportunidad de reencontrar la esperanza.