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Mas que puro teatro

Ir al teatro ahora tiene un plus. En los últimos años, las salas incorporaron cafeterías, restaurantes, salas de exposiciones e, incluso, guarderías para niños. Son nuevas estrategias para captar más público, idea que partió en Europa y Estados Unidos a mediados del siglo XX. Al atardecer, un puñado de personas se sienta a tomar café […]

Ir al teatro ahora tiene un plus. En los últimos años, las salas incorporaron cafeterías, restaurantes, salas de exposiciones e, incluso, guarderías para niños. Son nuevas estrategias para captar más público, idea que partió en Europa y Estados Unidos a mediados del siglo XX.

Al atardecer, un puñado de personas se sienta a tomar café sobre uno de los puentes del río Mapocho. Uno que en 1997 fue declarado Monumento Nacional y en 1998 fue transformado en el Teatro del Puente. Es la antesala de una noche que incluye ver la obra Chanel number five, al costado sur de la cafetería. “Tomar café en el mismo lugar es un gancho para elegir este teatro. Puedo juntarme con mis amigos antes y conversar un rato”, dice Cristóbal Caro, asiduo de sus tablas y su cafetería, que abre una hora antes de cada función con café italiano ($ 1.200) y tortas, como la de panqueque de manjar que traen de la pastelería Bovary ($ 1.500).

Como éste, varios teatros han incorporado algo más a su oferta, como restaurantes, salas de exposiciones y hasta una guardería para dejar a los niños mientras se asiste a una obra o concierto. Según el profesor del diplomado de Comunicación y Gestión Cultural de la U. de Chile, Sergio Trabucco, con esto la audiencia aumenta y se fideliza. “Crece, porque la gente se da cuenta de que puede habitar y no sólo transitar por estos espacios. Puede permanecer ahí, y lo más probable es que al vivir esta experiencia más completa y satisfactoria, regresen”, afirma.

Afuera viene pasando desde los 60. El director artístico del Teatro del Lago de Frutillar, Ulrich Bader-Schiess, cita como ejemplo el Kennedy Center de Washington. Ahí fue director de programación entre 2000 y 2006 y cuenta que desde los 70 tiene un par de restaurantes y un café.

En esa misma línea, el teatro de Frutillar no sólo tiene el café CapPuccini, sino también el restaurante Mi Bistró, más una tienda con zapatillas de ballet y partituras. Pero hay algo más: una guardería, donde pueden quedarse niños de entre dos y ocho años, jugar y aprender. Y todo a cargo de parvularias y una artista plástica. Esto les ha permitido captar más público de entre 25 y 40 años. “Los padres ven la función tranquilos, mientras sus hijos aprenden sobre el espectáculo que están viendo sus padres. Si es la ópera Don Quijote, por ejemplo, los pequeños harán dibujos de ese personaje”, agrega Bader-Schiess.

UN DOMO PARA LA FOTOGRAFIA 
A la entrada del Centro Mori Bellavista hay una de estas estructuras. Ahí, cada tres meses, rotan exposiciones de fotografía. Este mes son de un concurso organizado por Radio Zero. “Ese recinto está abierto todo el día. La gente entra a ver la muestra y a la pasada ve la cartelera del teatro. Muchas veces se entusiasman y vuelven a ver una obra”, cuenta Tania Araya, de difusión de Centro Mori.

Cerca de ahí, en el espacio Ladrón de Bicicletas también hay un lugar reservado para el arte: paredes que han tenido exposiciones de artistas como Gonzalo Ilabaca y Hernán Fuenzalida. Además, en el mismo lugar hay un restobar, buena antesala para luego ver una obra de teatro o un concierto. En este recinto, con capacidad para más de 200 personas, el servicio es rápido, para que nadie se pierda los minutos iniciales de los espectáculos. A algunos de música, incluso, se puede entrar con una cerveza o un pisco sour en la mano (desde $ 1.500).

FUNCION CIBERNETICA 
Pero estos cambios no ocurren sólo fuera de la sala de teatro. En la sala Negra del Centro GAM se está montando la obra Santiago High Tech, una historia de ciencia ficción inspirada en un joven del futuro que intenta “conectarse” con las personas, en una época donde las relaciones afectivas ya no existen.

“Para que el público se sumerja en el montaje, 30 minutos antes les pasamos tablets con Wi Fi. Pueden tomar fotografías y subirlas a las redes sociales en tiempo real, además de conocer más sobre los personajes con una aplicación creada por nosotros”, cuenta Fernando Ocampo, responsable del diseño integral del montaje.

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