Por Damaris Torres. 

Una de las obras más aplaudidas de esta década está de vuelta. La trajo de regreso el ciclo Memoria Escénica, del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, recinto donde esta noche puede ver La amante fascista. Galardones no le faltan a este montaje: su protagonista, la ex ministra de Cultura Paulina Urrutia, recibió el Premio Altazor en 2011 por su conmovedora actuación. Y un año antes, la obra ganó el Concurso de Dramaturgia Nacional por el irreverente guión de Alejandro Moreno.

Entrante. En el mismo museo, recorra antes la muestra Arder, donde se exhiben creaciones de Pedro Lemebel desde fines de los 80 hasta días antes de su muerte, en enero de 2015. Son fotos y videos inéditos de sus últimas performances, como Desnudo bajando la escalera, que montó en el MAC del Parque Forestal. En esa ocasión, rodó por las escaleras del museo envuelto en llamas.

Plato de fondo. Dirigida por Víctor Carrasco, la puesta en escena de La amante fascista retrata a Iris Rojas, una mujer casada con un capitán de Ejército que vive en Panamá. Mientras él no está, Iris debe cumplir el rol de amante del extravagante Sr. Espina, el hombre que lidera el régimen militar chileno. Prepárese, porque la historia transcurre en medio de un escenario oscuro y semi vacío, en el que se proyectarán imágenes que de seguro lo llevarán al pueblo nortino desconocido en el que se desarrolla la historia. Vaya abrigado, porque la obra se exhibe al aire libre, en la explanada del museo.

Postre. Este es un montaje para comentar y qué mejor que hacerlo en el recién inaugurado Bistró Yungay (Huérfanos 2387). Pruebe alguna de sus delicias francesas, como el sándwich de carrillera de res deshilachada con cebolla caramelizada, tomate y queso fundido en pan baguette ($ 4.980).